Leon Recanati, los custodios del ladino en Israel -Por Ofer Laszewicki Rubin-

(Residencia de ancianos Leon Recanati, en Petaj Tikva, cerca de Tel Aviv.)


En los relajados jardines de la residencia de ancianos Leon Recanati de Petaj Tikva –urbe cercana a Tel Aviv-, Rachel, Simja y Soshana pasan las horas cosiendo jerséis de lana para sus nietos, amenizadas por los agradables graznidos de los pájaros. “Nací en Salónica (Grecia) y hablo Ladino, mezclado con palabras del turco y el griego”, comenta Soshana mientras se coloca un dedal y agarra una fina aguja. “Yo soy turca, y aquí todas hablamos en perfecto ladino”, interrumpe Simja. Tras cantarme con alegría mediterránea varios versos en un castellano que entiendo a la perfección, prosigue: “Mos vino a visitar un gacetero, mos estampó y tuvimos con él una habla muy placiente”. Simja solo tiene buenas palabras para Sefarad, pero dice que “aunque tuve mucho deseo de ir a España, jamás lo alcancé”.

El complejo del centro Leon Recanati combina una residencia de ancianos con un centro cultural para preservar la memoria histórica. La mayoría de sus cerca de 200 residentes son ancianos originarios de Grecia, Turquía o los países balcánicos y conservan con mimo el idioma ladino que hablaban de pequeños en sus hogares. Esta lengua, también conocida como judeoespañol, surgió en las comunidades judías de Sefarad (península ibérica), que tras la expulsión masiva que impulsó la Inquisición católica en 1492, siguieron practicando en su exilio para mantener su vínculo cultural y lingüístico con la tierra de sus ancestros.

Sharon Sela, trabajadora del centro, me esperaba puntual en la secretaría para acompañarme a hacer una visita rápida del lugar. Los residentes estaban exultantes por la visita de un joven con una cámara y una libreta que pretendía documentar su historia. Mensahe, emocionado, me ofreció compartir con él un cigarrillo y hacernos unos selfies en el banco central de los jardines, desde donde sigue atentamente la vida comunitaria. “La mayoría son refugiados de la Shoá, muchos de Grecia. Puedes ver los números tatuados en sus brazos. Piensa que en Salónica el 96% de la población judía fue exterminada o deportada. De 50.000, apenas quedaron 2.000 vivos”, apunta Sharon a la entrada del pequeño museo repleto de enseres personales, escrituras en ladino y memorias de la vibrante vida de los judíos sefardíes de Salónica.

Paneles y documentos originales dan fe de la cantidad de organizaciones juveniles, de ayuda social, publicaciones periodísticas y literarias o sinagogas que abarrotaban la ciudad helena. “Torá ve avodá (biblia y trabajo) era el lema de entonces, ya que en la comunidad era habitual la mezcla del estudio religioso con la formación profesional” continua Sharon. Por ello, cuando David Ben Gurion –fundador del estado de Israel- visitó la ciudad por primera vez, quedó fascinado: “Salónica es como el Jerusalén de los Balcanes”, afirmó entonces el líder judío.

Una esquina apartada al fondo del museo, con luz tenue, recoge las fechas y testimonios más crueles ocurridos tras la ocupación nazi de Grecia. Sharon señala una secuencia de fotos que recuerdan el Black Sabbath de 1942: “convocaron a todos los hombres de 18 a 55 en la plaza central de Salónica, en un julio especialmente caluroso. Mujeres y niñas se encerraron en sus casas. Los alemanes les dijeron que sus vidas iban a cambiar, que alguien nuevo mandaba”, recuerda la mujer. Entre las imágenes de cementerios y sinagogas reducidas a escombros, familias subiendo a los vagones de la muerte y espeluznantes porcentajes que acreditan la casi aniquilación total de los judíos de Grecia, salta a la vista el cuadro con fotografías de una pareja, con anotaciones en castellano y varios sellos con el águila de San Juan, símbolo de la España franquista.

Ese cuadro da fe de la heroica misión llevada a cabo por el entonces cónsul español en Atenas, Sebastián de Romero Radigales, que a pesar de la negativa del régimen de Franco a aceptar refugiados judíos en España, ayudó a cientos de sefardíes a escapar de las garras nazis. Yehuda Saporta, que entonces era tan solo un niño, fue uno de los afortunados que lograron salvarse: “en Salónica quedábamos 367 judíos con pasaporte español, y yo era uno de ellos. Los nazis dieron un ultimátum a España: o nos aceptaban en el país, o nos mandaban a Auschwitz como al resto”, cuenta Saporta frente a una galería de retratos de supervivientes. Finalmente, los alemanes los destinaron a Belgen Beser, un campo con “mejores condiciones”, y Radigales logró in extremis mandarles a Barcelona en febrero del 1944.

(Haciendo ejercicio, Residencia Leon Recanati.)

“Entramos a España por la estación de tren fronteriza francesa de Portbou”, rememora. Estuvieron cuatro meses alojados en distintos hoteles, comieron caliente, conocieron la ciudad condal y siguieron bajando hasta Cádiz, “donde nos esperaba un vapor (ferry) que nos llevó a la ciudad marroquí de Casablanca”. Tras cuatro meses recluidos en una base militar norteamericana, les subieron a un tren rumbo a Oran, en Algeria, donde subieron a otro barco con destino a Nápoles. Ya en Italia, prosiguieron hacia Torino, para de nuevo enlazar con otro ferry que les trasladó a Port Said, en la costa norte de Egipto. “En Said nos subieron en camiones, y durante una noche entera cruzamos el desierto del Sinaí y llegamos a Gaza. Los ingleses, que eran los patrones en esta tierra (durante el mandato británico de Palestina), no nos dejaron entrar, y nos enviaron al campo de refugiados de Naserat, que todavía hoy existe. Tras dos meses, finalmente vinieron a buscarnos autobuses y nos llevaron al Beit Olim (casa de inmigrantes) de Tel Aviv”, explica Saporta. Hasta entonces, jamás había escuchado la historia de ningún superviviente del Holocausto que, en su huida, hubiera pisado tantos países. Y, encima, narrada en un ladino pulcro y perfectamente inteligible.

Mientras me muestra otros espacios como el comedor o la pequeña sinagoga y charlamos con varias empleadas filipinas -reconocidas por sus buenas manos con los mayores-, Sharon prosigue con su explicación: “además de hablar en ladino, aquí se cocina la comida tradicional sefardí, como burekitas, fijones o arroz con habas”. Y añade: “mantenemos una vida social muy fuerte, y traemos a jóvenes estudiantes del país para que charlen con los residentes. ¡Incluso hacemos clases de baile griego!, exclama.

Sharon continúa mostrándome reliquias y contándome anécdotas: “esta bandera israelí es de 1914, del congreso sionista de Salónica, y mantiene la idea original de Herzl con las siete estrellas y el león”, dice señalando la antigua bandera con la estrella de David. Lee nombres de sinagogas en Grecia que fueron apodadas según las raíces de sus gentes, como “Aragón”, “Toledo” o “Catalin”. Por su probada experiencia como obreros portuarios en Salónica, en 1932 el alcalde de Haifa, Abba Hushi, impulsó una gran aliá (inmigración) de judíos griegos para que vinieran a construir el puerto de la ciudad costera al norte de Israel.

Roni Araña, director del centro, se unió a la charla en la sala central del pequeño museo. “Creo que es muy importante lo que hacemos, porque hasta ahora aquí no hay ningún lugar que explique como es debido la historia de los judíos de Grecia, todo lo que paso antes de la II Guerra mundial y después”. Roni nació en Turquía, “pero mi nona (madre), de la familia Modiano, nació en Salónica. No sé si la lengua que hablo es español o ladino, ¿pero me entiendes, verdad?”, pregunta amablemente.

Entre viejas máquinas de escribir, maletas o utensilios de cocina, Roni me descubre curiosos objetos que utilizaba su madre, como una especie de peonza de madera “que usaba para arreglar las calzas (calcetines)”, o un pequeño recipiente de vidrio “que se ponía con calentura en la espalda para curar la fiebre”. Según el sosegado director del centro, lo positivo del lugar es su informalidad: “aquí las criaturas pueden tocar lo que quieran, incluso sentarse en las mismas mesas y sofás donde vivían entonces los residentes de Leon Recanati en su infancia”. El periplo y la mezcla cultural comporta que cada cual tenga identidades diferenciadas: “si me preguntan de dónde vengo, digo que me siento turco, israelí y español. Puede que nos echaran de España, pero tras más de 500 años nos quedó grabado en el alma. El ladino no es solo una lengua: es la cultura, la comida, leer libros, recitar las tefilot en la sinagoga, la música, los olores…es una parte de nuestro corazón”. Con un grupo de unas 40 personas, Roni viaja una vez al año a lugares donde se hablaba el ladino -Grecia, Bulgaria, Portugal, Italia, España, Tetuán o Tánger- para estudiar la historia de sus antepasados.

En la biblioteca, contigua al museo, espera sentada y paciente Matilda Cohen Sarano, una entrañable mujer nacida en Milano, aunque sus padres eran originales de la ciudad turca de Izmir. En un ladino de marcado y alegre acento italiano, recuerda que su “nona” no quiso huir del país alpino cuando los fascistas impusieron las leyes raciales, y ella, nacida en 1939, guarda en su memoria algunos episodios del inicio de la guerra. “Escribí un libro de recuerdos solo en ladino. Mi hijo quiere que lo traduzca al hebreo, pero ahora estoy ocupada terminando un manual de conversación hebreo-ladino”, afirma Matilda, que siempre está ocupada con nuevos proyectos. Y continúa: “si quedé en vida es por una razón, y es que yo labore en ladino, porque hay poca gente en el mundo que sabe ladino como yo”. De pequeña hablaba ladino solo en casa, y fuera usaba el italiano. Entonces, no tenía idea que la suya era una lengua particular: “cuando fui a la universidad, me di cuenta de que no era español como en España, sino judeoespañol. Ya en Israel, me di cuenta de que hablaba ladino”.
  

(Matilda Cohen.)


Matilda hizo aliá con su marido en 1960, tuvo tres hijos y trabajo 23 años como escritora en trabajos administrativos y en los archivos del ministerio de exteriores israelí, pero no era una tarea que le apasionara. Un día, su padre llegó de visita a Israel y escribió una carta a Moshé Saul, director del programa ladino de la radio Kol Israel. “Debemos salvar nuestra cultura”, escribió en la misiva. “Empecé a hacer programas de radio en ladino, y se me abrió un mundo nuevo que ni me imaginaba”, recuerda Matilda. Poco después, Saul se acordó de los cuentos de infancia de su padre, y le encargó a ella que los recopilara en un libro. “Cada día traducía unos cuatro cuentos, y cuando tuve unos 100 terminados, lo mostramos a un editor, que me ofreció 1.000 dólares por publicarlo”, dice visiblemente emocionada. Finalmente, su primer libro “Kuentos del folklore de la familia judeoespañola” salió a la luz. Y fue tan solo el primer volumen de una extensa colección de libros y artículos firmados por Matilda, que abarrotan los estantes de la biblioteca. Mantener viva la llama del ladino es la misión vital de los residentes del centro Leon Recanati, porque como indica un antiguo refrán inscrito en la entrada, “el pueblo ke no konoze su pasado, su presente es prove (pobre) y su futuro es kubierto de nuvlina”.


Fuente: http://www.mozaika.es


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La diáspora sefardí después de 1492: la vida de Doña Gracia Nasi, “La Señora” de los marranos (Por Cecilia Montaruli)

Gracia Nasi era su nombre secreto, el que utilizaba en familia. Beatriz de Luna Miques fue su nombre de conversa, “La Señora” fue el apelativo que le dieron, en signo de respeto y devoción, los judíos de Constantinopla.

Retrato de Gracia Nasi por el ilustrador Arthur Szyk (Polonia 1894-1951). Fuente


Gracia (Hanna en hebreo) Nasi nació en una rica y poderosa familia judeoconversa que encontró refugio en Portugal después de la emanación del Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, firmado en la Alhambra el 31 de marzo de 1492 por los reyes Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. El edicto obligaba a todos los judíos de la Península Ibérica a convertirse al catolicismo o de lo contrario serían expulsados. Una gran parte de los judíos exiliados de España en 1492 huyeron a Portugal, donde el rey Manuel I, que veía en los prófugos judíos una ocasión para aprovecharse de sus riquezas, concedió a todos el derecho de establecerse en territorio portugués durante un período de ocho meses y tras el pago de un impuesto. La situación cambió rápidamente cuando, en 1496, el rey Manuel I celebró su matrimonio con la infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, y como consecuencia de ello a partir de 1497 todos los hebreos establecidos en Portugal debieron convertirse al catolicismo o abandonar el reino. Portugal representaba una etapa más de un itinerario que tenía como destino final Amberes, Italia o los territorios del Imperio Turco, y que siguieron los judíos de la diáspora sefardita o sefardí, que es el apelativo que nombra a los judíos españoles y portugueses, muchos de los cuales tenían origen español, y viene de la palabra Sefarad, el nombre que se le daba a la Península Ibérica. Durante siglos, además de su religión, mantuvieron costumbres españoles y conservaron su lengua, el judeoespañol, que deriva del castellano que se hablaba en el siglo XV.

Beatriz, hija de Álvaro y Filipa De Luna, judíos españoles de origen aragonés, nació en Lisboa en 1510, y recibió su bautismo cristiano, aunque secretamente fue educada en el judaísmo y siempre preservó su fe, sus raíces y sus tradiciones. La ciudad de Lisboa en 1506, mientras una epidemia de peste devastaba la ciudad, fue teatro de la “Masacre de Lisboa”, también conocida como “Masacre de Pascua”, una ola de violencia que llevó al asesinato de cientos de personas acusadas de ser judíos. Cuando el orden fue restablecido, los conversos pidieron al soberano que abriese las fronteras para poder así abandonar el país. En 1507 fue firmado un decreto que liberalizaba la emigración: muchos salieron, pero otros tantos se quedaron en Portugal ya que el mismo decreto abolía cualquier tipo de discriminación entre viejos y nuevos cristianos. Esta era la situación de los conversos en Portugal hasta 1515, cuando el rey pidió al Papa que introdujese la Inquisición en el reino.

En 1528, Beatriz, que contaba con dieciocho años, se casó con Francisco Mendes, miembro de una rica familia de mercantes y banqueros portugueses; los dos tuvieron una hija que bautizaron con el mismo nombre de la hermana de Beatriz, Brianda, “reina” en lengua hebraica. Francisco Mendes murió en 1536, el mismo año en que fue introducida la Inquisición en Portugal, evento que representó el cénit del empeoramiento de las condiciones de vida de los conversos. En estas circunstancias históricas y sociopolíticas, en este clima de sospecha acerca de la falsedad de sus conversión, huir del reino se convirtió entonces para los conversos no solamente en la única alternativa, sino en una cuestión de supervivencia. Beatriz, una vez viuda y ante la posibilidad de ser entregada a la Inquisición, dio sepultura cristiana a su esposo y abandonó Portugal para establecerse en Amberes, donde trasladó también la empresa de su marido y se hizo cargo de su papel en el manejo del negocio. Beatriz administró los bienes de los Mendes junto a su cuñado Diego, que en su testamento la nombró única heredera de la empresa de casa Mendes y tutora de su hija.

En Amberes, uno de los centros judíos más importantes del continente, tanto desde el punto de vista económico como cultural, se encontraba una numerosa comunidad de refugiados sefarditas, que formaban una red de solidaridad capaz de proteger sus correligionarios y ayudar a los que querían ir a Italia o Turquía, y también Beatriz ayudó a muchos marranos a huir de Portugal.

Al final del año 1545, Beatriz y su familia dejaron Amberes para llegar, después de varias peripecias, y gracias a la colaboración del sobrino de Beatriz y Brianda, José Nasí (el futuro Duque de Naxos), a Venecia, que junto a otras ciudades italianas, como Génova, Roma, Ancona, Ferrara, Florencia, Liorna, Pisa, representaba una etapa del camino hacia el Imperio Otomano para la mayor parte de los judíos sefarditas.

En la ciudad véneta, mezcla de culturas, donde la ola migratoria de conversos sefardíes fue particularmente numerosa, ya que su ubicación privilegiada funcionaba de nexo entre Occidente y Oriente, empezaron los contrastes entre Beatriz y su hermana Brianda a propósito de la gestión de la empresa familiar. Brianda denunció Beatriz a las autoridades venecianas con la acusación de ser judaizante, es decir de practicar secretamente el judaísmo. Beatriz fue encarcelada. Su sobrino, José Nasí viajó a Estambul donde pidió y obtuvo la intercesión del Sultán por su tía y su familia. El sultán mandó un emisario a Venecia para pedir la liberación de la presa, pero el viaje del mensajero fue inútil: Beatriz, no se sabe cómo, logró escapar a Ferrara, donde el Duque de Este, Hércules I, se mostraba clemente hacía los judíos. Allí se reconcilió con su hermana, y gracias a la política de tolerancia del duque, Beatriz volvió a ser Doña Gracia Nasi.

Gracia se quedó en Ferrara de 1548 a 1551, y para seguir administrando la empresa comercial de los Mendes, pidió al Duque de Este una exención de las limitaciones que los estatutos de la ciudad imponían a las mujeres en el campo del comercio. Obtuvo la dispensa, convertiéndose en la única mujer en la Ferrara del siglo XVI con el poder de gestionar en plena autonomía su negocio. Durante su estancia en Ferrara, participó activamente en la vida cultural de la comunidad judía de la ciudad, su voluntad de difundir textos hebreos fue fundamental en el ámbito de las traducciones. Gracia, protectora y mecenas de varios artistas y escritores hebreos, financió la publicación de la Biblia de Ferrara en 1553, la traducción en judeoespañol del Antiguo Testamento. De las dos ediciones que se publicaron, una está dedicada al Duque Hércules I, la otra a Gracia Nasi.
La Biblia de Ferrara. Fuente

Con respecto a la situación de Ferrara, y de otras ciudades de Italia donde se concentraban comunidades judías, hay que decir que a pesar de la tolerancia del duque, entre los judíos italianos, que ya estaban asentados en el lugar desde hacía tiempo, y los sefarditas recién llegados, a menudo se crearon tensiones y conflictos. En general, por un lado, los judíos italianos temían la competencia comercial, y la posibilidad de que la llegada de los marranos pudiera atraer el interés de la Inquisición; por otro, los sefardíes, idealizando su patria de origen, alimentaban un sentimiento de superioridad respecto a los judíos italianos. Escribe el historiador e hispanista Joseph Pérez que: “Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el rencor por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el tiempo, la nostalgia de la patria perdida.” En Ferrara, las presiones de los judíos italianos hicieron que el Duque de Este impidiera a los sefarditas desempeñar el préstamo con usura, dejando la actividad exclusivamente a los judíos italianos.

Después de otro breve período en Venecia, en 1553 Gracia aceptó la invitación por parte del sultán Solimán el Magnífico de asentarse, con su hija, en Costantinopla, el Imperio Otomano, donde a partir del siglo XVI una importante migración de los marranos de Portugal determinó un cambio importante: la influencia de la cultura sefardita, que afectará la liturgia religiosa, la música y la poesía que se escribe en judeoespañol. Los judíos fueron tolerados por las autoridades turcas, que incluso tenían numerosos sirvientes y profesionales hebreos trabajando a su servicio en casi todas las regiones bajo su control.

Gracia transfirió las actividades económicas de los Mendes en la capital otomana, donde sus buenas relaciones con la corte le permitieron desempeñar el cargo de consejera y prestamista del imperio. Creó una red de hombres de confianza para ayudar al mayor número posible de judíos sefarditas perseguidos por la Inquisición, a refugiarse en el Imperio Otomano. Nunca dejó de proteger sus correligionarios; fundó escuelas y sinagogas (incluso una que llevaba su nombre, “La Señora”) en la capital de Turquía, y en otras ciudades como Salónica y Tiberíades, sin olvidarse de la población sefardí más pobre. Estas instituciones fueron creadas para asistir los refugiados, sobre todo en el camino de regreso de sus condición de conversos o cristianos nuevos a su fe ancestral. Fue así que Gracia Nasi Mendes se convirtió para los judíos en “La Señora”, apelativo que le dieron en signo de devoción y gratitud.

Cuando en 1556, el Papa Pablo IV hizo procesar y condenar a ser quemados veinticinco judíos en Ancona, Gracia, habiéndose dado cuenta de que la arma más eficaz que tenían los judíos era el poder económico, organizó, con el apoyo del sultán, el boicot del puerto de la ciudad centro de comercio internacional, desviando todos los mercantiles que llegaban de Oriente hacía al puerto de Pesaro.

Mapa de los viajes de la familia Nasi. Fuente

En 1560, habiendo pasado toda su vida viajando de un lugar a otro en búsqueda de seguridad, Gracia pidió a las autoridades de Constantinopla la concesión de Tiberíades a cambio de garantizar un aumento sustancial de los ingresos fiscales anuales. Su objetivo era hacer de la zona un nuevo e importante centro de asentamiento judío, de comercio y de aprendizaje, un hogar para un pueblo en fuga.

Con la ayuda del sultán, comenzó a reconstruir pueblos abandonados del área lanzándose a una misión, quizás uno de los primeros intentos de restablecimiento de una patria segura para el pueblo judío. “La Señora” fue un ejemplo de coraje y dedicación a la causa del pueblo judío, que nunca abandonó, fue una mujer reactiva, fuerte e influyente, fue capaz de hacer frente a los acontecimientos del tiempo que le tocó vivir, fue protagonista de su época, podríamos decir que fue casi una precursora de la emancipación femenina. Cuando murió en 1569, a la edad de 59 años, su fallecimiento causó una inmensa tristeza en las comunidades judías de Europa y del Imperio Otomano.

Bibliografía:
BERMEJO F., “La diáspora sefardí en Italia a raíz de la expulsión de España en 1492 de los judíos”, Antifara, 1, (julio – diciembre 2002), sezione Addenda.
CAFFIERO M., “Storia degli ebrei nell’Italia moderna. Dal Rinascimento alla Restaurazione”, Roma: Carocci, 2014.
FERRI E., “L’ebrea errante. Donna Grazia Nasi dalla Spagna dell’Inquisizione alla Terra promessa”, Milano: Mondadori, 2000.
MUZZARELI M., G., “Beatrice de Luna, vedova Mendes, alias donna Gracia Nasi: un’ebrea influente (1510-1569 ca)”, in NICCOLI O.,  (a cura di), “Rinascimento al femminile”, Roma–Bari: Laterza, 1991.
PERÉZ J., “Historia de una tragedia. La expulsión de los judíos de España”, Barcelona: Crítica, 1993.
ROTH C., “Storia dei marrani”, Torino: Marietti, 2003.
ROTH C., “The House of Nasi: Dona Gracia”, Philadelphia: Jewish Publications Society, 1947.


Fuente: http://www.temporamagazine.com



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DOÑA GRACIA MENDES (6 articulos juntos de por Rab Yosef Bittón)



Pintura real de Doña Gracia Mendes Nasí



-Parte 1- DOÑA GRACIA MENDES, DE LISBOA A AMBERES (1510-1539)

Quisiera contarles sobre una mujer muy importante en la historia de Am Israel. Probablemente la mujer que más hizo por el pueblo judío en la diáspora, luego de Ester haMalká.  Y escribo sobre ella un día después de Yom haAtzmaut, porque esta mujer, entre otras cosas,  intentó establecer un estado judío en la tierra de Israel.

Su nombre: Beatriz de Luna. Pero también fue conocida como Janná y luego Gracia Mendes. Beatriz nació en Lisboa, Portugal en el año 1510. Recordemos que en 1492,  entre 600.000 y 800.000 judíos fueron expulsados de España.  Más de 100.000 judíos huyeron a Portugal, donde el rey Juan exigía un pago exageradamente grande para otorgar la residencia permanente a los refugiados. La mayoría de los judíos era muy pobre, pero 600 familias eran lo suficientemente adineradas como para pagar la suma requerida. La familia de Beatriz fue una de estas 600 familias. La historia de la integración de los judíos en Portugal en esta época es muy larga compleja para describirla en una pocas lineas. Pero digamos brevemente que hubo un acuerdo con el rey: los judíos se convertirían “nominalmente al cristianismo y el rey no permitiría que se establezca el tribunal de la inquisición. A estos judíos se los llamaba en castellano “conversos” (también “marranos”) y en hebreo “anusim” (“convertidos contra su voluntad”).  La Inquisición estaba a cargo de verificar que los conversos no practicasen ninguna otra religión.  Al no haber Inquisición los judíos podían vivir una doble vida: exteriormente vivían como cristianos  y en su vida privada practicaban estrictamente el judaísmo.

Como era habitual en esos días y en esas circunstancias, recién a los 12 años los padres de Beatriz le contaron a su hija que ella era judía.

A los 18 años Beatriz se casó. Su marido era Francisco Mendes.  “Mendes” era el apellido no judío que había adoptado en estas circunstancias la familia “Benbeniste”, una familia de rabinos y estudiosos de la Torá. La ceremonia de casamiento se llevó a cabo en la catedral de Lisboa, y luego en la casa, se celebró la Jupá (ceremonia de casamiento judío) y la firma de la Ketubá. Francisco Mendes no era un converso más. Francisco era el RAB HA-ANUSIM, “el rabino de los conversos”.

Cada vez que era necesario un rabino para un casamiento u otra ceremonia religiosa, Francisco era llamado a oficiar.

Fue a través de su esposo Francisco זצל que Beatriz conoció cada vez más y mejor la Torá.  Y fue gracias a su esposo que  su amor por el pueblo judío se transformó en la pasión de su vida.

Francisco junto con su hermano Diego (Meir Benbeniste) crecieron inmensamente en el plano comercial.  Francisco y Diego estaban a cargo de administrar para el rey de Portugal todos los barcos de cargo que llegaban a Portugal desde Brazil, Africa y la India. Era una época de apogeo económico para Portugal ya que todas las mercaderías exóticas (pimienta negra y otras especias, metales y piedras preciosas, etc.) que llegaban a Lisboa era luego exportada y comercializada en toda Europa. Esto también estaba a cargo de los hermanos Mendes.  El éxito de los Mendes y su fortuna fue tan grande que crearon un banco, el Banco Mendes, que llegó a ser el segundo banco más importante de Europa en el siglo 16.

Pero la situación para los judíos de Portugal se complicó. El Papa insistía en instalar allí la inquisición. Para la iglesia era una excelente oportunidad económica, ya que si descubría que algún “converso” judaizaba, todo su dinero, bienes y propiedades serían confiscados  y pasarían para la iglesia y muchos judíos conversos en Portugal tenían mucho éxito en sus negocios.. (Este importantísimo detalle es sospechosamente omitido por muchas publicaciones. Wikipedia, por ejemplo, ver aquí . ¿Alguien, por favor, lo podría agregar? ). Los judíos trataron de postergar la llegada de la inquisición pero finalmente en 1536 la inquisición papal se instaló en Portugal y desde eses momento fue imposible para los judíos permanecer allí.

En 1538 Francisco falleció y dejó su posición y fortuna a su esposa Beatriz.

Ese mismo año Beatriz, su hija Ana y su cuñado Diego Mendes se instalaron en Amberes (Antwerp), Bélgica, el centro financiero mas importante de Europa en ese entonces, y siguieron adelante con su exitosa empresa.

Es allí donde Beatriz Mendes comienza a transformarse en una figura gigantesca para el pueblo judío. En primer lugar, Beatriz utilizó la ruta comercial de la empresa Mendes (ver mapa arriba) para ayudar a los judíos de Portugal a escapar de la inquisición.  Cientos o quizás miles de familias escapaban en los barcos comerciales de los Mendes que tenían un paso libre y seguro, desde Lisboa hasta Amberes, desde Amberes hasta Ancona, Italia, y desde Italia hasta Turquía, donde los judíos era muy bien recibidos.   Y como si esto fuera poco, Beatriz se ocupó de que todos los bienes y propiedades de los judíos fueran compradas en Portugal por su compañía y los refugiados judíos recibieran su dinero del banco Mendes, una vez que arribaban a Turquía.

-Parte 2- DOÑA GRACIA MENDES (1510-1569) Y LA BIBLIA DE FERRARA

Ayer comenzamos a escribir sobre Beatriz de Luna Mendes, conocida  luego como Doña Gracia Mendes Nasí.  Contamos que Beatriz se trasladó de Portugal a Amberes (hoy en Bélgica) y continuó allí la exitosa empresa comercial y financiera de su fallecido marido Francisco Mendes. Beatriz utilizó su dinero e influencia para ayudar a sus hermanos judíos a escapar de Portugal y llegar a Turquía. En Amberes, que pertenecía en ese entonces al  Imperio de Carlos V de España, Beatriz todavía seguía ocultando su condición y observancia judía.  Mientras estuvo allí a cargo de la empresa de su fallecido marido, Beatriz trató comercialmente con el rey Enrique II de Francia, con el mismísimo emperador Carlos V, con su hermana María, que era la gobernadora de los Países Bajos, con los Papas Pablo III y Pablo IV y con el Sultán turco Suleimán el Magnífico. Estos negocios involucraban actividades comerciales, préstamos a los monarcas y sobornos a la iglesia para que la inquisición no persiguiera a los judíos anusim (conversos contra su voluntad) en España y Portugal.

La historia de Beatriz en Flanders es fascinante, pero demasiado  larga para relatar. Quien quiera saber más detalles sobre la increíble vida de esta señora puede leer el libro de Cecil Roth “Doña Gracia” o el libro “La Mujer que desafió a los Reyes” de Andrée Aelion Brooks, ambos libros en ingles.

Diremos brevemente que en 1544 Beatriz escapó de los Países Bajos (y del Imperio de Carlos V donde regía la Inquisición)  y se instaló en la República de Venecia. Allí fue my bien recibida ya que su compañía comercial beneficiaba inmensamente a esta ciudad. Venecia ofrecía a los judíos conversos garantías para que pudieran dirigir sus negocios sin ser molestados por la iglesia. Sin embargo,  los que querían vivir abiertamente judíos debían vivir en ghettos.

Beatriz continuó allí con sus negocios con muchísimo éxito. Ella y su cuñado y su sobrino Yosef Nasí,  seguían en el comercio de importación y exportación de pimienta, granos y textiles.

De Venecia se trasladó a Ferrara.  Ferrara era (creo…) la única ciudad de Europa en la cual se les permitía a los judíos practicar libremente su religión.    Esta ciudad-estado estaba ansiosa de recibir a la familia Mendes. El duque Ercole II aceptó todos los términos de Beatriz para que su familia  se instalaran allí. Y fue en Ferrara, en el año 1549 donde “Beatriz” se transformó en “Gracia” (Janá) Mendes o Nasí (su apellido judío de soltera) y por primera vez en su vida pudo practicar abiertamente su judaísmo.  Allí fue también cuando Ana, su hija, cambió su nombre por “Reina” (tanto “Gracia” y “Reina” eran nombres típicos sefaradíes).

La comunidad judía de Ferrara estaba compuesta íntegramente por Sefaradim que llegaron de España.   La vida privilegiada y dedicada a la Tora y Ma’asim Tobim (filantropía) de los judíos de Ferrara, como la describe Cecil Roth, merece  un articulo aparte. Digamos brevemente que las familias más prestigiosas y acaudaladas de la ciudad como los Abarbanel (los hijos del Rab Don Isaac Abarbanel), los Modena y los  Nasí eran benefactores de cuanta causa judía se presentara. La casa de estos mecenas y filántropos estaban siempre abiertas para recibir a los Talmidé Jajamim (Rabinos y estudiosos de la Torá), apoyándolos económicamente y facilitándoles acceso a algo muy preciado y difícil de encontrar en esa época:  bibliotecas con libros y manuscritos judíos, que estas familias adineradas poseían en sus casas.  En esos días existía una incipiente pero comunidad judía, en su mayoría refugiados sefaradíes , en Erets Israel, en Yerushalayim y especialmente en Tsefat (Safed). Entre estos gigantes de Torá estaba por ejemplo, el rabino Yosef Caro (1488-1575), sus maestros, como rabbi Ya’aqob Berab, y sus alumnos, como rabbi Moshé Alshej haQadosh y otros genios de la Torá y de la Qabbalá. Los judíos de Ferrara apoyaban a las colonias judías y a las academias Rabínicas de Tsefat y Yerushalayim.

Uno de los proyectos más importantes que apoyó Doña Gracia fue el financiamiento de libros judíos en español. Para que fueran accesibles a los “conversos” que no sabían hebreo.  En 1552 Doña Gracia financió el “Libro de oraciones para todo el año”, escrito por el rab Yom Tob Atias, conocido anteriormente con su nombre de “converso”: Jerónimo de Vargas.  También financió la publicación de  “La Consolación para las Tribulaciones de Israel”, escrito por el Rab Samuel de Usque, publicado en 1553. Ese mismo año estos dos rabinos  estuvieron a cargo de la primera traducción “judía” de la Biblia al español antiguo. La famosa “Biblia de Ferrara”.  En la introducción ambos Rabinos le escribieron una emocionante carta de agradecimiento.


En Ferrara, Doña Gracia continuó ayudando a los “conversos” de Portugal y España a escapar de la inquisición.  En 1553 ella y su familia se trasladaron a  Turquía.

-Parte 3- DOÑA GRACIA MENDES en TURQUIA: UNA VIDA DEDICADA A LOS DEMAS (año 1553)

En el año 1553 Doña Gracia Mendes Nasí llegó a Constantinopla, la ciudad capital del Imperio Otomano (Turquía). Estaba acompañada por un séquito de unas 200 personas y 40 custodios.   En Constantinopla Doña Gracia fue recibida con los honores que se hacen a una reina.

En Turquía los judíos vivían muy bien bajo los auspicios del Sultan Suleimán el magnífico (1520-1566). Antes de Suleimán,  el anterior Sultán Bayaceto II (1447-1512) había ordenado a los gobernadores del imperio Turco que recibieran generosamente a los refugiados Sefaradim y que facilitaran su residencia permanente. Esta misma política fue continuada por Suleimán, a quien se le atribuye la frase referida a Fernando, el rey de España: “¿A este le llamáis rey inteligente, que empobrece a sus estados para enriquecer los míos?”.

En Turquía, y mientras sus cada vez más exitosos negocios eran administrados por su sobrino Yosef Nasí,  Doña Gracia se dedicó exclusivamente a obras de caridad y en especial a ayudar al restablecimiento de los anusim, refugiados judíos de España y Portugal, que regresaban a su fe.

Cecil Roth escribe algo que no dejó de sorprender incluso a los admiradores de Doña Gracia.  Cuenta que Doña Gracia, viva en una mansion muy lujosa… “y tenia en su casa todos los días, 80 personas pobres comento en su mesa.”  (p.103).  Así, los ricos comían junto a los pobres, lo cual elevaba el prestigio de los pobres. Aparte de eso, otras personas de dinero, que estaban siempre tratando de imitar a Doña Gracia, también comenzaron a recibir a los pobres y tenerlos diariamente en su mesa.
Y pobres no faltaban… porque cada vez llegaban a Turquía más y más refugiados de España Portugal y otros países Europeos, por la posibilidad de vivir allí abiertamente como judíos.

Los refugiados Sefaradim se instalaban mayormente en la ciudad de Salónica un puerto muy importante que llegó a ser en estos años la única ciudad del mundo con una mayoría de población judía. Doña Gracia se preocupó que no les faltará a los refugiados Sefaradim ni comida ni lugar de residencia. Y también trabajo. Además de absorberlos en la actividad portuaria (especialidad de los Mendes), Doña Gracia fundó en Salónica una empresa textil.  Muchos de los habitantes de Salónica, donde el idioma predominante era el ladino, habían sido liberados de manos de piratas. En esa época era muy común que los piratas atacaran otros barcos y capturaran a los pasajeros para venderlos como esclavos. Los piratas siempre encontraban compradores para los esclavos judíos, ya que sus hermanos Yehudim hacían lo imposible para liberarlos. Permanentemente llegaban al puerto de Salónica barcos con cargamento humano judío. Doña Gracia, como no podia ser de otra manera, estaba detrás de los esfuerzos y negociaciones para liberar a los cautivos Yehudim y cumplir así la Mitsvá, que es considerado una de más importantes de toda la Torá: Pidyón Shebuim (rescate de prisioneros).  Hay documentos, por ejemplo,  de un barco que fue secuestrado por piratas de Malta y que fue llevado a Salónica donde se ofrecía a la venta 70 judíos. Se dice que a veces el precio era exorbitante y se llegaba a pagar hasta 500 ducados (=monedas de 3.5 gramos de oro) por persona. Gracias a los esfuerzos de Doña Gracia miles de Yehudim fueron rescatados y liberados de su cautiverio.

En Salónica Doña Gracia también fundó un Talmud Torá, escuela judía, que con el tiempo llegó a tener 10.000 alumnos y 200 maestros. También fundó y mantuvo una prestigiosa Yeshibá (academia rabínica) encabezada por el famosísimo Ribbí Shemuel de Medina. Esta era una Yeshibá muy especial. Además de los alumnos regulares, cada año Doña Gracia invitaba y apoyaba a 3 Rabinos de otras comunidades judías para que estudiaran por un año con Ribbí Shemuel de Medina, la mente Halájica mas brillante de la diáspora en esos tiempos.

Doña Gracia también  fundó una Sinagoga muy especial en Salónica, Leviyat Jen. Esta Sinagoga había sido concebida exclusivamente para los anusim, aquellos Yehudim que habían sido convertidos por la fuerza en España y Portugal al cristianismo, y en esa Sinagoga lentamente se les enseñaba Torá y Tefilá antes de que se integraran directamente a la comunidad.

NOTA AL LECTOR - de la Parte 3-: Originalmente pensé en escribir uno o dos emails sobre Doña Gracia, pero a medida que fui escribiendo me pareció que es muy meritorio conocer la historia de esta excepcional Tsadequet, ya que no solo es un honor a su (injustamente olvidada!) memoria sino que creo que puede inspirar a muchos de nosotros a seguir sus pasos y dedicar nuestros esfuerzos y nuestros medios a la Torá y a las buenas acciones con nuestros hermanos.

-Parte 4- DOÑA GRACIA MENDES y EL BOICOT AL PUERTO DE ANCONA (en el 1555)

Algo excepcional y sin precedentes, que incluyó la intervención de Doña Gracia Mendes-Nasí, ocurrió en la ciudad de Ancona, un importante puerto comercial en la costa este de Italia. Esta ciudad fue declarada un “estado papal” en 1429. Los Papas (Clemente III, Pablo III y otros) intentaron desarrollar Ancona como un centro de comercio internacional. Y para lograr este objetivo, los papas les concedieron a los judíos de la ciudad permiso para abrir bancos y ofrecer crédito. Debido a esta actitud pro-judía, muchos judíos anusim (=judíos convertidos por la fuerza al cristianismo) provenientes de Portugal y España comenzaron un establecerse en Ancona, que gracias a su ubicación geográfica privilegiada pasó a ser una base ideal para el comercio marítimo con el Imperio Otomano.

El 21 de febrero de 1547 el papa invito a “cualquier persona… de los reinos de Portugal… incluyendo cristianos nuevos [=anusim. YB] a establecerse en Ancona”.

En 1550, la población judía de Ancona contaba con unas 2700 personas. En ese año se construyó allí una de las Sinagogas más grandes de Italia (ver foto).

Pero todo cambió en 1555 cuando un nuevo papa, Gian Pietro Carafa (Pablo IV), asumió en el Vaticano. Este papa, conocido por su indisimulada inclinación antisemita, a diferencia de los papas que le precedieron, se volvió contra la población judía de Ancona. Los judíos fueron humillados, privados de sus privilegios comerciales y encerrados en un gueto. El nuevo papa también restableció la inquisición en Ancona y comenzó a perseguir a los anusim. Cerca de 100 judíos anusim fueron encarcelados por la inquisición y amenazados con ser ejecutados en la hoguera o ser vendidos como esclavos si no renunciaban a su fe. Algunos, como lo hicieron en el pasado, eligieron una conversión forzada para salvar sus vidas. Los que no aceptaron la conversion  fueron vendidos en el mercado de esclavos de Malta.  24 anusim, que habían comenzado a vivir  abiertamente como judíos, se negaron rotundamente a una conversión (incluso ficticia) y fueron condenados a ser quemados en los autos de fe de la inquisición.

La noticia de la ejecución de estos anusim llegó a oídos de Doña Gracia Mendes en Constantinopla. El 9 de marzo de 1556, a instancias de Doña Gracia el Sultán Suleiman el magnífico le escribió al papa y exigió la liberación de los hombres encarcelados, a quienes llamó sus súbditos. El Sultán también solicitó la liberación de sus bienes confiscados.

Como esto no resultó, Doña Gracia convocó a todos los líderes judíos y planeó una respuesta que no tuvo precedentes en la historia del pueblo judío: un boicot económico contra la ciudad de Ancona.

Muy respetuosa de las autoridades rabínicas, Doña Gracia también buscó el apoyo Halájico  para su plan e instruyó al Rabino Yehudá  Faraj para explicar la situación a los principales rabinos de Constantinopla: Ribbí Yosef ibn Lev, Ribbí Abraham Yerushalmi, Ribbí Solomon Bilia y Ribbí Abraham Saba, y conto con su apoyo para establecer el boicot y hablar sus correligionarios para que lo sigan.

Doña Gracia utilizó su influencia y poder para declarar un boicot al puerto de Ancona.  Ningún barco de su empresa o de empresas que negociaban con su empresa podía embarcar o desembarcar en Ancona. El puerto a utilizar seria de ahora en más Pesaro, o el ya famoso puerto de Venecia.

Hay que recordar que Doña Gracia Mendes era la cabeza de la familia más acaudalada del imperio Otomano y una de las familias mas influyentes de Europa. Y su especialidad era el comercio marítimo.

El puerto de Ancona permaneció cerrado y abandonado por un tiempo considerable y tuvo un gran efecto en el comercio de Ancona, como se ve en un documento del Consejo de la ciudad de Ancona dirigido al papa y en el cual le piden al papa interrumpir los procedimientos inquisitoriales en Ancona porque estaban antagonizando a los comerciantes orientales y afectando negativamente al comercio de la ciudad.

Aunque este no fue el primer boicot económico del comercio moderno temprano, fue el primero organizado por los judíos.

Nunca antes, hasta los días de Doña Gracia Mendes, habían tendido los Yehudim el poder para  defendernos, reaccionar y castigar los abusos de la iglesia y la inquisición. Doña Gracia Mendes, una vez más, demostró su coraje, su liderazgo y su pasión para defender a sus hermanos Yehudim.


NOTA AL LECTOR DE LA -Parte 4- :
La historia de estos 24 Yehudim, que fueron ejecutados al QUIDDUSH HASHEM por su negativa a convertirse al cristianismo está registrada en los archivos papales y también se encuentra en el libro “Shalshelet HaQabalá”  (p. 276-278) de rabbenu Gedalia Ibn Yajia (1526-1588). Ver libro aquí

Estos son sus nombres:

1) Simeon Ben Menachem; 2) Yoseph Guascon; 3) Samuel Guascon; 4) Abraham Falcon; 5) Isac Nahmias; 6) Salomon Alguadish; 7) Moses Paggi; 8) Salomon Pinto; 9) Yoseph Moljo; 10) Abraham Cerilia; 11) David Nahas; 12) Abraham di Spagna;13) Moses Barzilon; 14) David Reubén; 15) Salomon Iahia; 16) David Sadicairo; 17) Yoseph Verdai; 18) Yoseph Pappo; 19) Yacob Cohen; 20)  Yacob Montalban; 21) Abraham Lobo; 22) Yacob Mozzo; 23) Abraham Cohen; 24) Y una mujer, cuyo nombre se desconoce.
זצוקל
La ejecución de estos Yehudim en 1555 sacudió a las comunidades judías de Europa e inspiró elegías (quinot) que hasta el día de hoy se recitan en comunidades de Italia en Tish’á beAb.

-Parte 5- DOÑA GRACIA MENDES y UN ESTADO JUDIO EN TIBERIAS (1558-1564)

Luego de haber salvado y ayudado a miles de sus hermanos judíos, Doña Gracia Mendes Nasí (1510-1569) se dedicó a cumplir con un sueño que podría considerarse mesiánico: establecer un “estado judío independiente” en la tierra de Israel.   Recordemos que estamos ahora en Constantinopla, donde Doña Gracia y su sobrino Don Yosef Nasí (1524-1579) que seguía los pasos de Doña Gracia, eran, después del Sultán, la familia más influyente en el Imperio Otomano.  Este Imperio se extendía por todo el medio oriente, incluyendo la tierra de Israel.  Como todos sabemos, siempre vivieron Yehudim en Israel. Y en esos años (1530-1550) se estaba desarrollando un importante centro Rabínico en Tsefat (Safed, en el norte de Israel) liderado por el Rab Yosef Caro, que luego se transformaría también en un centro de estudio de Qabbalá.  En 1560 la población judía de Tsefat contaba con 1.000 familias. Los habitantes de Tsefat eran en su mayoría refugiados Sefaradim que luego de muy peligrosas travesías habían logrado llegar a Israel (esto lo cuento con más detalle en mi libro “Forgotten Giants”, en inglés).      

En Yerushalayim también había judíos, pero estaban en una situación muy miserable.  Jerusalem era una ciudad por la cual se peleaban constantemente  Cristianos y Musulmanes. Los Yehudim eran odiados por ambos.  Voy a copiar literalmente (y sin eufemismos)  un documento que nos dará una idea de la situación de los Yehudim de Yerushalayim en esa época.  Este texto es de un cura franciscano llamado Francesco Suriano: “Estos perros, los judíos, son pisoteados, golpeados y torturados, como lo merecen. Viven en esta tierra en condiciones de tal humillación que las palabras no pueden describir.   Y particularmente en Jerusalem… donde hasta los musulmanes los tratan peor que a los perros”.

La ciudad de Tsefat estaba en el municipio de la ciudad de Tiberias, pero la ciudad de Tiberias en sí estaba prácticamente en ruinas.. Los Cristianos no la  pretendían y los musulmanes no tenían ninguna pretensión por ella.  Tiberias era una ciudad fantasma, donde reinaba el caos, y en total estado de abandono.

Doña Gracia tuvo entonces una maravillosa idea: le ofreció al Sultán desarrollar la ciudad de Tiberias y producir impuestos para el tesoro del real.  En 1558 el Sultán le concedió a Doña Gracia la concesión de la ciudad de Tiberias.  Doña Gracia podría reconstruir la ciudad y desarrollarla comercialmente, pero debía garantizar un ingreso anual de 1.000 lingotes de oro para el Sultán.  Doña Gracia aceptó.  El cargo que ella tendría era el equivalente a ser la gobernadora de la ciudad y gozaría de total independencia (mientras la recaudación de impuestos  se mantuviera).  El proyecto de Doña Gracia, que contaba con el beneplácito del Sultán,  era que una vez construida la ciudad, todos los judíos del mundo tendrían un lugar donde podrían establecerse y vivir en paz y seguridad. En especial quienes más urgente lo necesitaban: los anusim, los refugiados Sefaradim de España y Portugal, que vivían escapando de lugar a lugar por Europa, practicando una religión que les había sido impuesta por la fuerza.   Esto sería la realización del gran sueño de Doña Gracia: luego de haber salvado a miles de  Yehudim del cautiverio, cerrar el y círculo y brindarle ahora a su pueblo la oportunidad de vivir libres y seguros nada menos que EN LA TIERRA DE ISRAEL!

En 1561, Don Yosef Nasí (que luego sería asignado como “el Señor de Tiberias”) y el Rab Yosef Ben Aderet comenzaron la construcción de  las murallas de la ciudad, algo esencial para que Tiberias pudiera sostenerse.

También, entre los dos comenzaron a embellecer la ciudad y desarrollarla comercialmente. Tal como 500 años más tarde lo hiciera el Keren Kayemet leIsrael, lo primero que hicieron fue plantar árboles: naranjos, pinos y especialmente árboles de moras.  Estos últimos árboles son esenciales para la cría del gusano de seda, una industria muy rentable que se desarrollaría en Tiberias. También introdujeron la apicultura (cría de abejas para producir miel).

En Diciembre de 1564 las murallas de protección de la ciudad, que existen hasta el día de hoy,  fueron finalmente terminadas. 

Don Yosef Nasí invitó a los más importantes comerciantes judíos de Europa, especialmente de Venecia, a transferir sus fabricas a Tiberias.  Don Yosef también mandó barcos a varias ciudades europeas donde habían Yehudimanusim para trasladarlos gratuitamente a Tiberias.  Cuentan que muchos Yehudim, los de Ancona, por ejemplo,  eran tan pobres que no tenían dinero para llegar hasta el puerto. Don Yosef Nasí envió emisarios de su parte para ubicar a estos Yehudim y ayudarlos a llegar al puerto y hacer Aliyá. 

Los judíos comenzaron a llegar de España y de Portugal a la tierra prometida, que ahora era un paraíso terrenal, donde el viento del atardecer perfumaba la ciudad con aroma de pinos y naranjos.

Doña Gracia fundó también una Sinagoga y un Bet haMidrash, una casa de estudios de Torá liderada por el Rab Elazar ben Yojai, de la ciudad de Tsefat.

Y lo más impactante era una gran casa que se estaba construyendo en la ciudad: una hermosa mansión que sería la nueva y definitiva residencia donde viviría Doña Gracia Mendes…


-Parte 6- LOS ULTIMOS AÑOS DE LA VIDA DE DOÑA GRACIA MENDES (1564-1569)

Ayer explicamos que en 1558 Doña Gracia Mendes le ofreció al Sultán turco Suleimán el Magnifico reconstruir la ciudad de Tiberias, ésta estaba prácticamente en ruinas. Los cristianos no vivían allá ni la pretendían y los musulmanes no tenían ninguna pretensión por ella. Más allá de la presencia ocasional de cierto nómadas beduinos,  Tiberias era una ciudad fantasma, en total estado de abandono donde reinaba el caos y el vandalismo.

Doña Gracia,  su sobrino Yosef Nasí y el Rab Yosef ben Adrete, comenzaron a revitalizar la ciudad, embellecerla, desarrollar industrias y traer inversores, para hacer de Tiberias una ciudad autónoma donde pudieran establecerse los judíos dispersos por el mundo entero.

Sin embargo, en 1564, cuando se erigió el muro y los Yehudim comenzaron a regresar a Israel, de pronto, la cuidad de Tiberias, que a nadie le había interesado, comenzó a ser reclamada por Cristianos y Musulmanes.

Según explica André Aelion Brooks en su libro sobre Doña Gracia Mendes “La Mujer que desafió a los Reyes” (inglés. ver aquí) el problema no era que los musulmanes y cristianos de pronto se enamoraron de Tiberias. El problema era que “los judíos” la estaban reconstruyendo y planeando tener allí una ciudad independiente. Tal como sucede hoy en día con Medinat Israel, el problema de los vecinos de Israel no es politico sino religioso. Ambas religiones se consideran los herederos de un pueblo judío que ya debería haber desaparecido….  Un jeque musulmán comenzó a correr la voz que había encontrado una antigua profecía donde se afirmaba que si los judíos reconstruían Tiberias “la fe musulmana  desaparecerá y nosotros, los musulmanes, nos convertiremos en nómadas (como los judíos son ahora! YB)” . Y a pesar de que el Sultán Suleimán el magnifico, que era un gran defensor de la fe musulmana, había dado su bendición  para el establecimiento  de los judíos a Tiberias, estos maliciosos rumores fueron suficientes para inflamar los ánimos de la población musulmana local y las cosas comenzaron a tornarse mas difíciles para los judíos que llegaban allí.

El mundo cristiano veía con mucho menos beneplácito que los judíos planearan establecer una ciudad estado independiente, y mucho menos en la “Tierra Santa”.  Para el cristianismo, que no logró explicar teológicamente la obstinada supervivencia del pueblo judío a pesar de haber hecho todo lo posible por evitarla, el exilio del pueblo judío, y su condición de judío paria y errante, era el castigo divino eterno por el crimen del deicidio (matar a un dios. sic!)  cometido por los judíos en los tiempos de Yeshu. Por lo tanto, el regreso de los judíos a Israel y el establecimiento de su propio estado representaría una pesadilla teológica que haría temblar el dogma fundamental del cristianismo: la teoría del reemplazo  (ver aquí ).  Por eso, en 1563, cuando el consul francés de Constantinopla se enteró del plan para restablecer un estado judío, le escribió muy alarmado a sus superiores diciendo (falsamente) que Tiberias se establecería como una ciudad “exclusiva” para judíos. Este argumento era maliciosamente falso, y aparte increíblemente cínico, ya que en la edad media los judíos que no se convertían fueron expulsados de todos los países de Europa porque “solo a los cristianos de les permitía vivir allí.”   Copio a continuación lo que escribe Andrée Aelion acerca de la reacción de los representantes de la cristiandad cuando escucharon acerca del plan de Doña gracia y Don Yosef Nasí: “La idea de que los judíos se pudieran reagrupar como nación independiente, aunque sea en forma embrionaria, resultaba horrible para el mundo cristiano”.

A pesar de que el Sultán Suleiman siguió apoyando este proyecto, la colonia judía en Tiberias no prosperó  en el largo plazo. en 1565 Suleimán tenía demasiados problemas relacionados a su sucesión y finalmente en 1566 falleció en una expedición militar a Hungría.    Sin el apoyo de Suleimán y con la batalla de la sucesión en pleno, el proyecto de Tiberias se debilitó políticamente.  Y la acefalía política en Constantinopla se reflejó rápidamente en Tiberias, donde a pesar de las murallas, el vandalismo de las tribus beduinas y árabes locales era cada vez mas violento.

Doña Gracia como explicamos ayer, había comenzado a construir su casa en Tiberias, pero nunca llegó a Erets Israel.  Quizás porque estaba enferma o quizás porque pensaba que desde Constantinopla podia ejercer una mayor influencia para seguir manteniendo y reforzando la incipiente colonia judía en Tiberias.

En 1569 Doña Gracia Mendes, ahora llamada con su apellido judío original: “Nasí”, dejó este mundo.
Creo que es una  gran injusticia que el nombre, la vida y la obra de esta increíble ESHET JAIL sea tan poco conocida.  Conocer su historia, en mi opinión, no es solo importante para honrar su memoria sino principalmente para aprender de esta mujer virtuosa a poner todo nuestro esfuerzo y usar  todos nuestros medios y recursos para ayudar a Am Israel de la mejor forma posible.


 YEHI ZIJRAH BARUJ   Que su memoria nos sirva de modelo e inspiración!


Fuente: http://halaja.org


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