Leha Dodi en Ladino (por Ribi Shelomo a-Levi Alkabets, traduksion de Ishak Altarats)






LEHA
Anda mi amigo al enkuentro de la novia presioza,
es al Shabat ke resiviremos kon su figura grasioza.

SHAMOR
"Guardar" i "Rekordar" el Shabat delisiozo,
nos izo sintir en un orden el Poderozo,
El poderozo es uno, i Su nombre es uniko,
Nombre de loor i ermozura i magnifiko.

LIKRAT
Enfrente el Shabat andar andaremos,
si el manadero de la bendision keremos,
Disde la kriasion del mundo fue el proyektado,
komo primo obyekto kalkulado i al ultimo deklarado.


MIKDASH
Bet-Amikdash maestozo i sivdad de la residensia!
levantate i sale de la ruina i dekadensia,
basta verter tus lagrimas sin kuantidad,
el Dio de los sielos te akordara la piadad.

ITNAARI
Sakudi el polvo i de la fuesa levantate,
el presiozo manto komo puevlo noble vistite,
la mano enerjika del ijo de Yishay se restituira,
i ansi tu alma abatida rihmir se rihmira.

ITORERI
Rebivite! Animate! Porke tu estreja esparza sus rayos,
despiertate! espiertate! ordena el kante en tus santuarios,
la gloria de Dio fue a ti deskuvrida,
porke fuetes de entre las nasiones eskojida.

LO-TEVOSHI
No te averguenses i no te atemes en la desgrasia,
porke estas kayado i porke djimis kon ansia?
En ti se abriga la tierna jenerasion,
i espera kon karinjo la fragua de Tsion.

YAMIN
A la derecha i esiedra te espandiras,
i del Dio santo i bendicho temeras.
Por el trivo de Perets salvados siremos,
alegres i orozos al Omnipotente bendiziremos.

BOI
Ven en pas korona del puevlo judio!
ven kon alegria, kon pompa, kon brio!
ven en medio de tus adorantes del puevlo destenguido!
ven Shabat! ven kerido! emperador del repozo komplido.


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1. Leha Dodi en Ladino, traduksion de Ishak Altaras
2. Isak Altarats servio en la komunidad djudia de Saray komo el ober-kantor (hazan-bashi) del Kal Grande dezde la inaugurasion de este templo, en 1930. - asta el Ogosto de 1941. kuando los Ustashis lo yevaron a Vraca (una montanyika en la periferia de la sivdad de Saray) i lo fusiliaron ayi. Esta tradusksion suya del famozo piyut Leha dodi (eskrito por Ribi Shelomo a-Levi Alkabets) fue publikada en el Jevrejski glas (La boz djudia), un semanal djudio lokal, en el num. 5, 1932. paj. 6. Del archivo de Eliezer Papo.



[1] Del archivo de Eliezer Papo.

[2] Isak Altarats servio en la komunidad djudia de Saray komo el ober-kantor (hazan-bashi) del Kal Grande dezde la inaugurasion de este templo, en 1930. - asta el Ogosto de 1941. kuando los Ustashis lo yevaron a Vraca (una montanyika en la periferia de la sivdad de Saray) i lo fusiliaron ayi.

Esta tradusksion suya del famozo piyut "Leha dodi" (eskrito por Ribi Shelomo a-Levi Alkabets) fue publikada en el "Jevrejski glas" ("La boz djudia"), un semanal djudio lokal, en el num. 5, 1932. - paj. 6.



Fuente: http://www.sephardicstudies.org

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SANTA CRUZ DE LA SIERRA Y SU LEGADO COLONIAL JUDÍA

Santa Cruz de la Sierra es el centro económico de Bolivia y su ciudad más poblada, es también uno de más rápido crecimiento en las áreas urbanas de América Latina, con más de 70 por ciento de su población viviendo por encima del nivel de pobreza. Su moderna arquitectura y amplias avenidas que el hogar de aproximadamente dos millones de personas, de orígenes muy diversos, que han construido una sociedad muy especial en el corazón de América del Sur. Esta ciudad vibrante y diversa étnicamente era, hace apenas cincuenta años, una población empobrecida, aislada frontera de aproximadamente 40.000 habitantes que lleva, a menudo sin saberlo, el legado de muchos de los fundadores de la ciudad, que eran de origen judío. Este artículo pretende dar a conocer algunos datos de este interesante legado, y fomentar la investigación sobre el tema.



ESPAÑA, LA PATRIA DE LOS JUDIOS SEFARDÍES

España fue el hogar de la mayor población judía del mundo durante la Edad Media (Bell, p. 36). Fue durante el imperio romano que Judios comenzaron a asentarse en la Península Ibérica. Paso de los siglos, el número de Judios creció en toda España, dando a luz no sólo a los grandes barrios judíos ( juderías ) en las principales ciudades como Barcelona, Toledo, Gerona, Sevilla, Segovia, Cádiz, Valencia, Trujillo, Córdoba y Granada, sino también a las comunidades judías en pequeñas ciudades como Béjar, Hervás, Talavera de la Reina y Castrojeriz, e incluso en las zonas rurales. 1 Judios españoles y sus descendientes son también conocidos como sefardíes, palabra derivada de "Sefarad", que en hebreo significa "España".

Durante los períodos de dominación musulmana y de las guerras entre reinos cristianos y árabes, Judios vivían en las ciudades cristianas y musulmanas. Muchos de ellos se destacaron como escritores, médicos, filósofos, comerciantes, arquitectos, ingenieros, artesanos, músicos, etc Ellos se convirtieron cada vez más integrada en la sociedad española, hasta el punto de adoptar su lengua y sus costumbres. Hacia el final de la Edad Media, los reinos cristianos de España presionó Judios, con creciente fuerza y la violencia, a convertirse al catolicismo. Este fue un período triste en la historia de España que terminó en 1492 con la expulsión de todos los Judios que no se había convertido al catolicismo (Sachar, p. 73).

A lo largo del siglo 15, los sefardíes fueron perseguidos, y la mayoría de ellos se convirtió al catolicismo voluntariamente o por la fuerza, lo que les permitió permanecer en España. Sin embargo, para estos cristianos nuevos, la persecución no se detuvo después de la conversión. Como muchos de ellos y sus familias comenzaron a acumular riqueza y ganando influencia en la sociedad de España católica, la Inquisición comenzó a dudar de la veracidad de su conversión y los sometieron a investigaciones injustas, crueles torturas y en muchos casos, los condenó a cadena perpetua o incluso a la muerte. Los nuevos cristianos fueron llamados conversos (español para "convertir") o, como un insulto, marranos (español para "porcina"), ya que se sospechaba de haber convertido a menudo sólo para evitar la persecución y por lo tanto de mantener en secreto su fe judía.

EL CONVERSO EN LA DIÁSPORA

Durante esos tiempos difíciles, miles de conversos se vieron obligados a abandonar su país natal España para instalarse en Portugal, Flandes (hoy Bélgica), los Países Bajos, África del Norte y algunos puertos franceses, británicos e italianos. Otros fueron capaces de evitar una serie de requisitos discriminatorios, como los de " limpieza de sangre "(" La pureza de sangre "), y se embarcaron en las naves de ir a las nuevas colonias españolas y portuguesas en el continente americano.  Los más comunes forma de eludir la detección era conseguir que en los barcos de marineros, o para ir al Nuevo Mundo como siervos de un cristiano viejo, porque el descenso de los mensajes de este tipo no requieren la prueba de pureza de sangre. Un influyente pocos conversos eran capaces de saltarse este requisito a través de sus conexiones con la nobleza. Tal fue el caso de Pedro Arias Dávila, gobernador de Castilla del Oro y Nicaragua (hoy Panamá, Nicaragua, Costa Rica y parte de Colombia) y fundador de la Ciudad de Panamá. Arias Dávila pertenecía a uno de los más influyentes de España converso familias, y se casó con la nieta de la Marquesa de Moya y Peñalosa, un amigo íntimo de la reina Isabel la Católica.

Estos conversos terminaron estableciéndose en el floreciente, las ciudades más prometedores del Nuevo Mundo, en una búsqueda de la libertad y una vida mejor. Despedida en España, Howard Sachar ofrece dos mapas ilustrados que muestran los principales destinos de los Judios sefardíes durante los días 15, 16 y 17 ª siglos. A partir de la segunda mitad del siglo 16, uno de estos destinos fue Santa Cruz de la Sierra en lo que hoy es Bolivia (Sachar, p. 387).

LOS FUNDADORES

Santa Cruz de la Sierra fue fundada en 1561 por el conquistador español Ñuflo de Chaves, que había salido de Asunción del Paraguay y cruzó las llanuras del Chaco para establecer el asentamiento más septentrional de la conquista española de la región del Río de la Plata. Chaves nombre a la ciudad en honor de su pueblo nativo de español cerca de Trujillo, en Extremadura. Muchos conversos se encuentran entre los pioneros que, junto con Ñuflo de Chaves, cruzó la pampa seca y los matorrales del Chaco y se trasladó 1.000 kilómetros al norte de Asunción del Paraguay a Santa Cruz de la Sierra (Mangan, p. 99).

La pequeña ciudad de Santa Cruz fue el puesto de avanzada más aislados de la frontera colonial española en América del Sur. En su entorno más cercano no había minas para explotar oro o plata, ni muy desarrollado las civilizaciones indígenas, como en Perú o México. Por otra parte, las tribus feroces indígenas guaraníes y los vecinos Bandeirantes de Sao Paulo atacaron constantemente el pequeño asentamiento. Sin embargo, el pueblo esforzado, pasando a tres lugares diferentes hacia el oeste hasta establecerse en su ubicación actual en las pampas, al este del río Piraí.

Muchos de los conversos fundadores de Santa Cruz de la Sierra vinieron de ciudades españolas como Toledo, Ávila, Béjar, Trujillo y Cádiz. Estas ciudades eran conocidos por tener importantes comunidades judía y por acoger numerosas conversiones en masa, tanto antes como después del establecimiento de la Inquisición. 4 La mayoría, si no todos, de estos conversos colonos eran bien educados, o al menos leer y escribir, y se utiliza apellidos diferentes de las de sus familias ancestrales. Sus apellidos eran nuevas, en muchos casos, los nombres de las ciudades y pueblos de España y Portugal, independientemente de si eran o no sus lugares de nacimiento (Terceros Banzer, pp 14-107)

Sorprendentemente interesante es también el hecho de que varios de los primeros colonos y exploradores de Santa Cruz de la Sierra y sus alrededores fueron en realidad nació en Portugal y Flandes (Amberes, principalmente), y algunos otros vinieron de los puertos italianos, franceses e Inglés (Terceros Banzer, pp 14-107). Evidencia de su converso origen viene del hecho de que la mayoría de ellos tenían apellidos españoles, a diferencia de flamenco, italiano, francés o Inglés. Esta era una característica típica de Judios de origen español que se convirtió al catolicismo y se escapó a España a establecerse en las áreas antes mencionadas, que durante algunos períodos fueron más tolerantes a su religión y costumbres (Cecil Roth, pp 236 hasta 251).

EXILIADOS Y PRÓFUGOS DE LA INQUISICIÓN

En enero de 1570, el Tribunal de la Inquisición española se fundó en Lima, y comenzó la persecución de los conversos sospechosos de judaizantes que (Gitlitz, p. 59). Este fue un ataque severo y devastador en las familias de conversos que habían adquirido riqueza y posición social como empresarios en la minería, el comercio y la manufactura en las crecientes ciudades del Virreinato del Perú, principalmente en Lima y Potosí. Uno de los más notables conversos a convertirse en una víctima de la recién creada Tribunal de la Inquisición era Manuel Bautista Pérez, también conocido como El Gran Capitán, que durante el siglo XII fue considerado como el hombre más rico de Lima. En 1639, el tribunal lo declaró culpable de practicar el judaísmo en secreto, se apoderó de todos sus bienes, y lo quemó en la hoguera (Cohen, p. XLVI-XLVII).
Al final del siglo 16, conversos sufrido la constante discriminación en Lima, Potosí y otras ciudades de importancia como la de Charcas (hoy Sucre) y La Paz. Como resultado de ello, acudieron a Santa Cruz de la Sierra, ya que era la ciudad más alejada del alcance de las autoridades de exceso de celo (Mangan, p. 99). Esta fue la segunda oleada de conversos que se establecieron en Santa Cruz de la Sierra y sus fronteras cada vez mayor.

Durante este período, varios asentamientos se establecieron en la jurisdicción de Santa Cruz de la Sierra, la mayoría de ellos con este flujo de familias procedentes de las ciudades mineras ricas de la frontera más pobres y aisladas. En 1590, San Lorenzo de la Frontera se fundó en la orilla derecha del río Guapay, en 1595 se trasladó a la Punta de San Bartolomé en la orilla oriental del río Piraí. Finalmente, en 1621, tanto en Santa Cruz y San Lorenzo se fusionaron en una sola ciudad (Peña Hasbún, p. 21-22), ahora conocido como Santa Cruz de la Sierra. En 1612, la ciudad de Vallegrande fue fundada en la ruta de Potosí a Santa Cruz, y fue resuelto de inmediato por varias familias procedentes de Lima, La Paz, Potosí y Charcas. Muchas familias de origen judío se establecieron en Vallegrande, y muchos otros siguieron su camino a Santa Cruz y sus pueblos de los alrededores (Hubsch Neumann, p. 13). A partir de estas tres ciudades, se trasladó a varias familias más en los valles y las llanuras abiertas de lo que hoy es el departamento de Santa Cruz, el establecimiento de poblaciones como Samaipata, Chilón, Pampa Grande, Postrervalle, Pucará, Cotoca, Portachuelo, Paurito, Comarapa, Terebinto, y otros, que datan de la época colonial. Y como estos pueblos se hicieron más grandes, muchas familias fueron a poblar la mayor parte de los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y parte de Tarija, donde fundaron nuevos asentamientos o se establecieron en antiguos asentamientos de misioneros católicos.

Hay testimonios escritos y las pruebas, que data de la época colonial, lo que demuestra que Santa Cruz no sólo fue el destino de los conversos, que por prudencia abandonado las ciudades mineras ricas del Alto Perú, sino también de los fugitivos de la Inquisición y la convence de que la Inquisición había condenado al exilio. Muchos de los que fueron perseguidos en las ciudades andinas buscaron refugio en los lugares que fueron más lejos de las autoridades españolas, que de acuerdo con el Virrey Francisco de Toledo fueron Santa Cruz y Tucumán (García Recio, p. 422).

Pero es aún más sorprendente el hecho de que la Inquisición, tan estricta con los conversos que mantenían en secreto su fe judía, se condena condenado judaizantes a servir como soldados en Santa Cruz. Este fue el caso de un hombre de Sevilla, que vivió en Cuzco y fue condenado a servir en la frontera de Santa Cruz en 1599, pocos años después de la fundación de San Lorenzo (Medina, pp 288-291). La euforia causada por la riqueza legendaria de las minas de Potosí hizo indeseable para migrar a un lugar tan pobre, aislado y peligroso como el de Santa Cruz. Las autoridades españolas han tenido que recurrir incluso a la Inquisición convictos para poblar los nuevos asentamientos, los desplazamientos, en ocasiones sus trabajos forzados en las galeras o la pena de muerte (el castigo típico de judaizantes conversos ) a cambio de servir como soldados en la frontera de Santa Cruz (García Recio , p. 422). Ya sea que llegó solo, con sus familias, por su propia voluntad, como fugitivos, o para reducir sus sentencias, estos conversos de la segunda migración encontrado un nuevo hogar en Santa Cruz.

 LA MUJER PIONERA Y EL MATRIMONIO EN LA FRONTERA DE SANTA CRUZ

Vale la pena señalar que, aunque había mujeres españolas (algunas de ellas probablemente conversas) entre los primeros habitantes de Santa Cruz, eran pocos. Los colonos eran principalmente hombres. Esto debe haber sido también el caso del converso hombres, que probablemente se construyó a sus familias, en su mayor parte, con los mestizos (mezcla de europeos e indígenas) y las mujeres indígenas. El mestizo de la población de Santa Cruz creció rápidamente en los primeros años de la colonia. La cruceña mujer (mujer de Santa Cruz), que combinan el conocimiento de las mujeres indígenas y en español, fue la fuente de mezcla étnica y cultural. La supervivencia de los pueblos incipientes dependía de las mujeres, ya que estaban a cargo de todo durante los largos períodos de tiempo cuando los hombres se dedicaban a la guerra y el descubrimiento de las actividades (Peña Hasbún, pp 41-42).

El papel principal de la cruceña mujer ha sido evidente desde el nacimiento de Santa Cruz: Elvira de Mendoza, una mujer cruceña famosa de la época colonial, se considera como iguales en valor, como los conquistadores. Desde el principio, las mujeres se hicieron cargo de las finanzas de la familia, educación de los niños, las prácticas religiosas, y la transferencia de conocimientos dentro de la familia (Peña Hasbún, pp 41-42).

Desde las primeras generaciones, cuando los cruceños se casaban, no le prestaron atención a las reglas de la Iglesia Católica que prohíbe el matrimonio entre parientes dentro de cuatro o menos grados de consanguinidad. Por otra parte, los matrimonios entre parientes tan generalizada de que en 1684 el obispo de Santa Cruz, escribió una carta al Rey español que le adviertan de que la gravedad de la situación. Sin embargo, todos los habitantes de Santa Cruz fueron, de una manera u otra, en relación, y si no se les permitió casarse entre ellos, el concubinato, probablemente habría sido rampante. Por lo tanto, la solución fue usar un privilegio concedido a los jesuitas, que habían llegado en 1587 - para que "neófitos" 5 a casarse entre sí hasta el segundo grado de consanguinidad y primero de afinidad. Así, el matrimonio entre parientes siguió siendo común hasta mediados del siglo XX. Curiosamente, el matrimonio entre parientes cercanos fue característica de las comunidades de conversos de origen sefardí que practicaban el judaísmo en secreto (Caro Baroja, p. 64).

JENECHERÚ, EL FUEGO QUE NUNCA MUERE

Es interesante notar que algunas tradiciones que se mantienen en Santa Cruz a lo largo de los siglos son típicas de los conversos que, durante la época colonial, en secreto practica la religión judía. Por ejemplo, muchas familias tradicionales (especialmente en las áreas rurales) siguen encendiendo la luz velas en las noches de viernes. En la primera mitad del Siglo XX, el informe de viajeros sobre Santa Cruz hogares donde siete candelabros fueron guardados como reliquias de la familia y donde algunos vestigios de las prácticas de los alimentos kosher se han conservado sólo las tradiciones de la familia (Mangan, p. 99).

En Santa Cruz, de la manera tradicional para matar a un animal y lo preparan para la cocina es para cortar la garganta y la vena yugular y le sangran a cabo. Una vez que la sangre ha sido drenada en el suelo y el resto de la sangre se ha coagulado estado, comienza la matanza. Esta forma de sacrificio se sigue practicando en el campo entre algunas familias antiguas de la región que han mantenido la tradición desde hace siglos, probablemente sin saber que la religión judía exige el sacrificio de animales de una manera similar antes de prepararlos para la cocina. La mayoría de los productos cárnicos salados, completamente drenado de sangre, y se almacenan como "charque" (carne salada en seco). La cocina tradicional de Santa Cruz es conocida por la ausencia de platos de carne de cerdo,  tan abundantes en el resto de Bolivia y América Latina. Debemos recordar que el consumo de carne de cerdo está prohibido en la religión judía.

Además, la mayoría de los platos de la cocina cruceña combinan verduras y cereales con leche o los productos cárnicos, pero nunca con los dos juntos. Por lo tanto, si el arroz es estar preparados con productos lácteos, como el tradicional "arroz con queso", se incluyen la leche, la mantequilla y el queso, pero no carne. A su vez, si el arroz es a base de carne, como el tradicional "majau", debe incluir sin productos lácteos.

Históricamente, se ha supuesto que muchas de las viejas familias de Santa Cruz son de origen judío (Montero Hoyos, pp 77-78), y aún hoy varias familias católicas tradicionales de Santa Cruz y Vallegrande reconocen con orgullo su herencia judía (Hubsch Neumann, p. 13). Algunas evidencias arqueológicas de este patrimonio se puede encontrar en los pueblos aislados con una asociación histórica de converso familias, como Pucará, donde podemos admirar una serie de puertas de casa de la calle, que data de la época colonial, con estrellas de David talladas en ellos (Naturalia, Invierno 2008, 4-5). O, como en el caso de Postrervalle, donde los aldeanos caminan todos los sábados a una cueva cercana a encender velas a la Virgen María en una práctica sincrética que combina perfectamente la tradición judía de algunos de sus antepasados y los rituales de su larga Católica la fe (Rueda Peña). También vale la pena señalar que Nuestra Señora de la Misericordia (24 de septiembre) y Semana Santa, dos festividades religiosas más importantes profusamente celebrado en Santa Cruz y sus pueblos desde los tiempos coloniales, a menudo coinciden, respectivamente, con el Yom Kippur y la Pascua.

CONCLUSIÓN

Sería un error decir que todos los primeros habitantes de Santa Cruz de la Sierra y sus pueblos de los alrededores eran de origen judío. En la época colonial, esta región, conocida como crisol de culturas de Bolivia, había también españoles descendientes de antiguas familias cristianas, Guaraní, Chiquitano y los nativos de Chane, así como los demás, para los cuales se envían a estas lejanas tierras fue una forma de castigo o una manera de mantenerlos lejos de las principales ciudades coloniales españolas.  Sin embargo, la herencia judía traída por los conversos pioneros de la Santa Cruz es un componente esencial de la fundación de la ciudad, que ha establecido profundas raíces en la sociedad local.

Santa Cruz de la Sierra tiene una historia de la inclusión y la mezcla de pueblos de diferentes culturas, religiones y orígenes étnicos. Su nacimiento como una tierra de parias, los aventureros y los nativos en lucha, muy lejos de estar bajo la estrecha vigilancia de las autoridades españolas, produjo una sociedad de individuos más independientes y emprendedores que adaptarse a su entorno y construir una sociedad distinta. Los conversos y sus descendientes son un componente importante del mosaico multiétnico que constituyen Santa Cruz, y su legado sigue vivo hoy en día.



Por : Francisco Roig y David Reichsfeld



Nota al presente artículo:  En este artículo no se  considera  otras zonas aledañas donde también existieron  asentamientos de familias sefarditas  como es caso de Pasorapa en el departamento de Cochabamba que queda muy cerca de Valle-Grande del departamento de Santa Cruz,  como también otros asentamientos del departamento de Chuquisaca cercanos a Valle-Grande, aclarando que en la época del coloniaje o dominación española, Pasorapa era parte de lo que hoy es la provincia Mizque y pertenecía a la diócesis del departamento de Santa Cruz, hasta el nacimiento de la República, 1825).




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Revista de Humanidades y Ciencias Sociales (Santa Cruz de la Sierra) versión impresa ISSN 1819-0545 Rev. humanid. cienc. soc. (St. Cruz Sierra) v.4 2008 n.se
Este artículo fue publicado en español en la Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, vol. 15, N º 01/02 (junio - diciembre de 2009). ISSN 1819-0545.
Francisco Roig tiene una licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad George Washington y un MBA de la Universidad Americana (e-mail: francroig@hotmail.com).
David Reichsfeld es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad de Maryland y una Maestría en Economía Internacional y Finanzas de la Universidad de Brandeis (e-mail: david_drm@hotmail.com). Traducido por la Dra. Inés Azar.
Traducido por el Dr. Inés Azar traducción de la Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, vol.15, n. 01/02, pp 103-114, (junio - diciembre de 2009)
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Sachar, p. 59; Pérez, pp 56-59, 139, 182, Hervás, pp 277-291, De Los Ríos, pp 596-602.
Limpieza de sangre eran los estatutos, establecidos en España en el siglo 15, que prohibía los conversos y sus descendientes de ocupar cualquier puesto en las instituciones más poderosas en el reino: la Iglesia, los militares y el gobierno (libro Sicroff se dedica a este tema ). 
Por otra parte, una serie de órdenes se emitieron periódicamente prohibiendo descendientes de Judios a vivir en el Nuevo Mundo (Finkelstein, p.19).
Cf. Norman Roth, pp 120-124; Cantera Burgos (el libro está totalmente dedicado al tema).
Cf.. Norman Roth, pp 174-175; Hervás, pp 277-291; Pérez, p. 182.
Término utilizado para referirse a la persona que se había convertido recientemente a la religión católica.
Con respecto a la incidencia de la endogamia en Santa Cruz y la respuesta de la Iglesia católica a la misma durante los días 16 y 17 ª siglos, véase García Recio, pp 429, 458 y 462.
Para estas tradiciones que hemos investigado una serie de fuentes, pero nuestros principales son Gitlitz (1996) y las hordas (2005).
La única excepción a esto es la cocina de Vallegrande, que dado su fácil acceso a Charcas, fue influenciada por la cocina andina.
En una carta fechada en 1842, Moritz Bach informa que durante el reinado de Carlos V de España, varias familias españolas habían sido expulsados de Santa Cruz por "razones políticas" y, además, Santa Cruz ha sido una historia de un destino común para las personas expulsadas.


Fuente: http://sefarditas.blogspot.com/2011/08/santa-cruz-de-la-sierra-y-su-legado.html


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Leon Recanati, los custodios del ladino en Israel -Por Ofer Laszewicki Rubin-

(Residencia de ancianos Leon Recanati, en Petaj Tikva, cerca de Tel Aviv.)


En los relajados jardines de la residencia de ancianos Leon Recanati de Petaj Tikva –urbe cercana a Tel Aviv-, Rachel, Simja y Soshana pasan las horas cosiendo jerséis de lana para sus nietos, amenizadas por los agradables graznidos de los pájaros. “Nací en Salónica (Grecia) y hablo Ladino, mezclado con palabras del turco y el griego”, comenta Soshana mientras se coloca un dedal y agarra una fina aguja. “Yo soy turca, y aquí todas hablamos en perfecto ladino”, interrumpe Simja. Tras cantarme con alegría mediterránea varios versos en un castellano que entiendo a la perfección, prosigue: “Mos vino a visitar un gacetero, mos estampó y tuvimos con él una habla muy placiente”. Simja solo tiene buenas palabras para Sefarad, pero dice que “aunque tuve mucho deseo de ir a España, jamás lo alcancé”.

El complejo del centro Leon Recanati combina una residencia de ancianos con un centro cultural para preservar la memoria histórica. La mayoría de sus cerca de 200 residentes son ancianos originarios de Grecia, Turquía o los países balcánicos y conservan con mimo el idioma ladino que hablaban de pequeños en sus hogares. Esta lengua, también conocida como judeoespañol, surgió en las comunidades judías de Sefarad (península ibérica), que tras la expulsión masiva que impulsó la Inquisición católica en 1492, siguieron practicando en su exilio para mantener su vínculo cultural y lingüístico con la tierra de sus ancestros.

Sharon Sela, trabajadora del centro, me esperaba puntual en la secretaría para acompañarme a hacer una visita rápida del lugar. Los residentes estaban exultantes por la visita de un joven con una cámara y una libreta que pretendía documentar su historia. Mensahe, emocionado, me ofreció compartir con él un cigarrillo y hacernos unos selfies en el banco central de los jardines, desde donde sigue atentamente la vida comunitaria. “La mayoría son refugiados de la Shoá, muchos de Grecia. Puedes ver los números tatuados en sus brazos. Piensa que en Salónica el 96% de la población judía fue exterminada o deportada. De 50.000, apenas quedaron 2.000 vivos”, apunta Sharon a la entrada del pequeño museo repleto de enseres personales, escrituras en ladino y memorias de la vibrante vida de los judíos sefardíes de Salónica.

Paneles y documentos originales dan fe de la cantidad de organizaciones juveniles, de ayuda social, publicaciones periodísticas y literarias o sinagogas que abarrotaban la ciudad helena. “Torá ve avodá (biblia y trabajo) era el lema de entonces, ya que en la comunidad era habitual la mezcla del estudio religioso con la formación profesional” continua Sharon. Por ello, cuando David Ben Gurion –fundador del estado de Israel- visitó la ciudad por primera vez, quedó fascinado: “Salónica es como el Jerusalén de los Balcanes”, afirmó entonces el líder judío.

Una esquina apartada al fondo del museo, con luz tenue, recoge las fechas y testimonios más crueles ocurridos tras la ocupación nazi de Grecia. Sharon señala una secuencia de fotos que recuerdan el Black Sabbath de 1942: “convocaron a todos los hombres de 18 a 55 en la plaza central de Salónica, en un julio especialmente caluroso. Mujeres y niñas se encerraron en sus casas. Los alemanes les dijeron que sus vidas iban a cambiar, que alguien nuevo mandaba”, recuerda la mujer. Entre las imágenes de cementerios y sinagogas reducidas a escombros, familias subiendo a los vagones de la muerte y espeluznantes porcentajes que acreditan la casi aniquilación total de los judíos de Grecia, salta a la vista el cuadro con fotografías de una pareja, con anotaciones en castellano y varios sellos con el águila de San Juan, símbolo de la España franquista.

Ese cuadro da fe de la heroica misión llevada a cabo por el entonces cónsul español en Atenas, Sebastián de Romero Radigales, que a pesar de la negativa del régimen de Franco a aceptar refugiados judíos en España, ayudó a cientos de sefardíes a escapar de las garras nazis. Yehuda Saporta, que entonces era tan solo un niño, fue uno de los afortunados que lograron salvarse: “en Salónica quedábamos 367 judíos con pasaporte español, y yo era uno de ellos. Los nazis dieron un ultimátum a España: o nos aceptaban en el país, o nos mandaban a Auschwitz como al resto”, cuenta Saporta frente a una galería de retratos de supervivientes. Finalmente, los alemanes los destinaron a Belgen Beser, un campo con “mejores condiciones”, y Radigales logró in extremis mandarles a Barcelona en febrero del 1944.

(Haciendo ejercicio, Residencia Leon Recanati.)

“Entramos a España por la estación de tren fronteriza francesa de Portbou”, rememora. Estuvieron cuatro meses alojados en distintos hoteles, comieron caliente, conocieron la ciudad condal y siguieron bajando hasta Cádiz, “donde nos esperaba un vapor (ferry) que nos llevó a la ciudad marroquí de Casablanca”. Tras cuatro meses recluidos en una base militar norteamericana, les subieron a un tren rumbo a Oran, en Algeria, donde subieron a otro barco con destino a Nápoles. Ya en Italia, prosiguieron hacia Torino, para de nuevo enlazar con otro ferry que les trasladó a Port Said, en la costa norte de Egipto. “En Said nos subieron en camiones, y durante una noche entera cruzamos el desierto del Sinaí y llegamos a Gaza. Los ingleses, que eran los patrones en esta tierra (durante el mandato británico de Palestina), no nos dejaron entrar, y nos enviaron al campo de refugiados de Naserat, que todavía hoy existe. Tras dos meses, finalmente vinieron a buscarnos autobuses y nos llevaron al Beit Olim (casa de inmigrantes) de Tel Aviv”, explica Saporta. Hasta entonces, jamás había escuchado la historia de ningún superviviente del Holocausto que, en su huida, hubiera pisado tantos países. Y, encima, narrada en un ladino pulcro y perfectamente inteligible.

Mientras me muestra otros espacios como el comedor o la pequeña sinagoga y charlamos con varias empleadas filipinas -reconocidas por sus buenas manos con los mayores-, Sharon prosigue con su explicación: “además de hablar en ladino, aquí se cocina la comida tradicional sefardí, como burekitas, fijones o arroz con habas”. Y añade: “mantenemos una vida social muy fuerte, y traemos a jóvenes estudiantes del país para que charlen con los residentes. ¡Incluso hacemos clases de baile griego!, exclama.

Sharon continúa mostrándome reliquias y contándome anécdotas: “esta bandera israelí es de 1914, del congreso sionista de Salónica, y mantiene la idea original de Herzl con las siete estrellas y el león”, dice señalando la antigua bandera con la estrella de David. Lee nombres de sinagogas en Grecia que fueron apodadas según las raíces de sus gentes, como “Aragón”, “Toledo” o “Catalin”. Por su probada experiencia como obreros portuarios en Salónica, en 1932 el alcalde de Haifa, Abba Hushi, impulsó una gran aliá (inmigración) de judíos griegos para que vinieran a construir el puerto de la ciudad costera al norte de Israel.

Roni Araña, director del centro, se unió a la charla en la sala central del pequeño museo. “Creo que es muy importante lo que hacemos, porque hasta ahora aquí no hay ningún lugar que explique como es debido la historia de los judíos de Grecia, todo lo que paso antes de la II Guerra mundial y después”. Roni nació en Turquía, “pero mi nona (madre), de la familia Modiano, nació en Salónica. No sé si la lengua que hablo es español o ladino, ¿pero me entiendes, verdad?”, pregunta amablemente.

Entre viejas máquinas de escribir, maletas o utensilios de cocina, Roni me descubre curiosos objetos que utilizaba su madre, como una especie de peonza de madera “que usaba para arreglar las calzas (calcetines)”, o un pequeño recipiente de vidrio “que se ponía con calentura en la espalda para curar la fiebre”. Según el sosegado director del centro, lo positivo del lugar es su informalidad: “aquí las criaturas pueden tocar lo que quieran, incluso sentarse en las mismas mesas y sofás donde vivían entonces los residentes de Leon Recanati en su infancia”. El periplo y la mezcla cultural comporta que cada cual tenga identidades diferenciadas: “si me preguntan de dónde vengo, digo que me siento turco, israelí y español. Puede que nos echaran de España, pero tras más de 500 años nos quedó grabado en el alma. El ladino no es solo una lengua: es la cultura, la comida, leer libros, recitar las tefilot en la sinagoga, la música, los olores…es una parte de nuestro corazón”. Con un grupo de unas 40 personas, Roni viaja una vez al año a lugares donde se hablaba el ladino -Grecia, Bulgaria, Portugal, Italia, España, Tetuán o Tánger- para estudiar la historia de sus antepasados.

En la biblioteca, contigua al museo, espera sentada y paciente Matilda Cohen Sarano, una entrañable mujer nacida en Milano, aunque sus padres eran originales de la ciudad turca de Izmir. En un ladino de marcado y alegre acento italiano, recuerda que su “nona” no quiso huir del país alpino cuando los fascistas impusieron las leyes raciales, y ella, nacida en 1939, guarda en su memoria algunos episodios del inicio de la guerra. “Escribí un libro de recuerdos solo en ladino. Mi hijo quiere que lo traduzca al hebreo, pero ahora estoy ocupada terminando un manual de conversación hebreo-ladino”, afirma Matilda, que siempre está ocupada con nuevos proyectos. Y continúa: “si quedé en vida es por una razón, y es que yo labore en ladino, porque hay poca gente en el mundo que sabe ladino como yo”. De pequeña hablaba ladino solo en casa, y fuera usaba el italiano. Entonces, no tenía idea que la suya era una lengua particular: “cuando fui a la universidad, me di cuenta de que no era español como en España, sino judeoespañol. Ya en Israel, me di cuenta de que hablaba ladino”.
  

(Matilda Cohen.)


Matilda hizo aliá con su marido en 1960, tuvo tres hijos y trabajo 23 años como escritora en trabajos administrativos y en los archivos del ministerio de exteriores israelí, pero no era una tarea que le apasionara. Un día, su padre llegó de visita a Israel y escribió una carta a Moshé Saul, director del programa ladino de la radio Kol Israel. “Debemos salvar nuestra cultura”, escribió en la misiva. “Empecé a hacer programas de radio en ladino, y se me abrió un mundo nuevo que ni me imaginaba”, recuerda Matilda. Poco después, Saul se acordó de los cuentos de infancia de su padre, y le encargó a ella que los recopilara en un libro. “Cada día traducía unos cuatro cuentos, y cuando tuve unos 100 terminados, lo mostramos a un editor, que me ofreció 1.000 dólares por publicarlo”, dice visiblemente emocionada. Finalmente, su primer libro “Kuentos del folklore de la familia judeoespañola” salió a la luz. Y fue tan solo el primer volumen de una extensa colección de libros y artículos firmados por Matilda, que abarrotan los estantes de la biblioteca. Mantener viva la llama del ladino es la misión vital de los residentes del centro Leon Recanati, porque como indica un antiguo refrán inscrito en la entrada, “el pueblo ke no konoze su pasado, su presente es prove (pobre) y su futuro es kubierto de nuvlina”.


Fuente: http://www.mozaika.es


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La diáspora sefardí después de 1492: la vida de Doña Gracia Nasi, “La Señora” de los marranos (Por Cecilia Montaruli)

Gracia Nasi era su nombre secreto, el que utilizaba en familia. Beatriz de Luna Miques fue su nombre de conversa, “La Señora” fue el apelativo que le dieron, en signo de respeto y devoción, los judíos de Constantinopla.

Retrato de Gracia Nasi por el ilustrador Arthur Szyk (Polonia 1894-1951). Fuente


Gracia (Hanna en hebreo) Nasi nació en una rica y poderosa familia judeoconversa que encontró refugio en Portugal después de la emanación del Decreto de la Alhambra o Edicto de Granada, firmado en la Alhambra el 31 de marzo de 1492 por los reyes Reyes Católicos Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla. El edicto obligaba a todos los judíos de la Península Ibérica a convertirse al catolicismo o de lo contrario serían expulsados. Una gran parte de los judíos exiliados de España en 1492 huyeron a Portugal, donde el rey Manuel I, que veía en los prófugos judíos una ocasión para aprovecharse de sus riquezas, concedió a todos el derecho de establecerse en territorio portugués durante un período de ocho meses y tras el pago de un impuesto. La situación cambió rápidamente cuando, en 1496, el rey Manuel I celebró su matrimonio con la infanta Isabel, hija de los Reyes Católicos, y como consecuencia de ello a partir de 1497 todos los hebreos establecidos en Portugal debieron convertirse al catolicismo o abandonar el reino. Portugal representaba una etapa más de un itinerario que tenía como destino final Amberes, Italia o los territorios del Imperio Turco, y que siguieron los judíos de la diáspora sefardita o sefardí, que es el apelativo que nombra a los judíos españoles y portugueses, muchos de los cuales tenían origen español, y viene de la palabra Sefarad, el nombre que se le daba a la Península Ibérica. Durante siglos, además de su religión, mantuvieron costumbres españoles y conservaron su lengua, el judeoespañol, que deriva del castellano que se hablaba en el siglo XV.

Beatriz, hija de Álvaro y Filipa De Luna, judíos españoles de origen aragonés, nació en Lisboa en 1510, y recibió su bautismo cristiano, aunque secretamente fue educada en el judaísmo y siempre preservó su fe, sus raíces y sus tradiciones. La ciudad de Lisboa en 1506, mientras una epidemia de peste devastaba la ciudad, fue teatro de la “Masacre de Lisboa”, también conocida como “Masacre de Pascua”, una ola de violencia que llevó al asesinato de cientos de personas acusadas de ser judíos. Cuando el orden fue restablecido, los conversos pidieron al soberano que abriese las fronteras para poder así abandonar el país. En 1507 fue firmado un decreto que liberalizaba la emigración: muchos salieron, pero otros tantos se quedaron en Portugal ya que el mismo decreto abolía cualquier tipo de discriminación entre viejos y nuevos cristianos. Esta era la situación de los conversos en Portugal hasta 1515, cuando el rey pidió al Papa que introdujese la Inquisición en el reino.

En 1528, Beatriz, que contaba con dieciocho años, se casó con Francisco Mendes, miembro de una rica familia de mercantes y banqueros portugueses; los dos tuvieron una hija que bautizaron con el mismo nombre de la hermana de Beatriz, Brianda, “reina” en lengua hebraica. Francisco Mendes murió en 1536, el mismo año en que fue introducida la Inquisición en Portugal, evento que representó el cénit del empeoramiento de las condiciones de vida de los conversos. En estas circunstancias históricas y sociopolíticas, en este clima de sospecha acerca de la falsedad de sus conversión, huir del reino se convirtió entonces para los conversos no solamente en la única alternativa, sino en una cuestión de supervivencia. Beatriz, una vez viuda y ante la posibilidad de ser entregada a la Inquisición, dio sepultura cristiana a su esposo y abandonó Portugal para establecerse en Amberes, donde trasladó también la empresa de su marido y se hizo cargo de su papel en el manejo del negocio. Beatriz administró los bienes de los Mendes junto a su cuñado Diego, que en su testamento la nombró única heredera de la empresa de casa Mendes y tutora de su hija.

En Amberes, uno de los centros judíos más importantes del continente, tanto desde el punto de vista económico como cultural, se encontraba una numerosa comunidad de refugiados sefarditas, que formaban una red de solidaridad capaz de proteger sus correligionarios y ayudar a los que querían ir a Italia o Turquía, y también Beatriz ayudó a muchos marranos a huir de Portugal.

Al final del año 1545, Beatriz y su familia dejaron Amberes para llegar, después de varias peripecias, y gracias a la colaboración del sobrino de Beatriz y Brianda, José Nasí (el futuro Duque de Naxos), a Venecia, que junto a otras ciudades italianas, como Génova, Roma, Ancona, Ferrara, Florencia, Liorna, Pisa, representaba una etapa del camino hacia el Imperio Otomano para la mayor parte de los judíos sefarditas.

En la ciudad véneta, mezcla de culturas, donde la ola migratoria de conversos sefardíes fue particularmente numerosa, ya que su ubicación privilegiada funcionaba de nexo entre Occidente y Oriente, empezaron los contrastes entre Beatriz y su hermana Brianda a propósito de la gestión de la empresa familiar. Brianda denunció Beatriz a las autoridades venecianas con la acusación de ser judaizante, es decir de practicar secretamente el judaísmo. Beatriz fue encarcelada. Su sobrino, José Nasí viajó a Estambul donde pidió y obtuvo la intercesión del Sultán por su tía y su familia. El sultán mandó un emisario a Venecia para pedir la liberación de la presa, pero el viaje del mensajero fue inútil: Beatriz, no se sabe cómo, logró escapar a Ferrara, donde el Duque de Este, Hércules I, se mostraba clemente hacía los judíos. Allí se reconcilió con su hermana, y gracias a la política de tolerancia del duque, Beatriz volvió a ser Doña Gracia Nasi.

Gracia se quedó en Ferrara de 1548 a 1551, y para seguir administrando la empresa comercial de los Mendes, pidió al Duque de Este una exención de las limitaciones que los estatutos de la ciudad imponían a las mujeres en el campo del comercio. Obtuvo la dispensa, convertiéndose en la única mujer en la Ferrara del siglo XVI con el poder de gestionar en plena autonomía su negocio. Durante su estancia en Ferrara, participó activamente en la vida cultural de la comunidad judía de la ciudad, su voluntad de difundir textos hebreos fue fundamental en el ámbito de las traducciones. Gracia, protectora y mecenas de varios artistas y escritores hebreos, financió la publicación de la Biblia de Ferrara en 1553, la traducción en judeoespañol del Antiguo Testamento. De las dos ediciones que se publicaron, una está dedicada al Duque Hércules I, la otra a Gracia Nasi.
La Biblia de Ferrara. Fuente

Con respecto a la situación de Ferrara, y de otras ciudades de Italia donde se concentraban comunidades judías, hay que decir que a pesar de la tolerancia del duque, entre los judíos italianos, que ya estaban asentados en el lugar desde hacía tiempo, y los sefarditas recién llegados, a menudo se crearon tensiones y conflictos. En general, por un lado, los judíos italianos temían la competencia comercial, y la posibilidad de que la llegada de los marranos pudiera atraer el interés de la Inquisición; por otro, los sefardíes, idealizando su patria de origen, alimentaban un sentimiento de superioridad respecto a los judíos italianos. Escribe el historiador e hispanista Joseph Pérez que: “Los sefardíes nunca se olvidaron de la tierra de sus padres, abrigando para ella sentimientos encontrados: por una parte, el rencor por los trágicos acontecimientos de 1492; por otra parte, andando el tiempo, la nostalgia de la patria perdida.” En Ferrara, las presiones de los judíos italianos hicieron que el Duque de Este impidiera a los sefarditas desempeñar el préstamo con usura, dejando la actividad exclusivamente a los judíos italianos.

Después de otro breve período en Venecia, en 1553 Gracia aceptó la invitación por parte del sultán Solimán el Magnífico de asentarse, con su hija, en Costantinopla, el Imperio Otomano, donde a partir del siglo XVI una importante migración de los marranos de Portugal determinó un cambio importante: la influencia de la cultura sefardita, que afectará la liturgia religiosa, la música y la poesía que se escribe en judeoespañol. Los judíos fueron tolerados por las autoridades turcas, que incluso tenían numerosos sirvientes y profesionales hebreos trabajando a su servicio en casi todas las regiones bajo su control.

Gracia transfirió las actividades económicas de los Mendes en la capital otomana, donde sus buenas relaciones con la corte le permitieron desempeñar el cargo de consejera y prestamista del imperio. Creó una red de hombres de confianza para ayudar al mayor número posible de judíos sefarditas perseguidos por la Inquisición, a refugiarse en el Imperio Otomano. Nunca dejó de proteger sus correligionarios; fundó escuelas y sinagogas (incluso una que llevaba su nombre, “La Señora”) en la capital de Turquía, y en otras ciudades como Salónica y Tiberíades, sin olvidarse de la población sefardí más pobre. Estas instituciones fueron creadas para asistir los refugiados, sobre todo en el camino de regreso de sus condición de conversos o cristianos nuevos a su fe ancestral. Fue así que Gracia Nasi Mendes se convirtió para los judíos en “La Señora”, apelativo que le dieron en signo de devoción y gratitud.

Cuando en 1556, el Papa Pablo IV hizo procesar y condenar a ser quemados veinticinco judíos en Ancona, Gracia, habiéndose dado cuenta de que la arma más eficaz que tenían los judíos era el poder económico, organizó, con el apoyo del sultán, el boicot del puerto de la ciudad centro de comercio internacional, desviando todos los mercantiles que llegaban de Oriente hacía al puerto de Pesaro.

Mapa de los viajes de la familia Nasi. Fuente

En 1560, habiendo pasado toda su vida viajando de un lugar a otro en búsqueda de seguridad, Gracia pidió a las autoridades de Constantinopla la concesión de Tiberíades a cambio de garantizar un aumento sustancial de los ingresos fiscales anuales. Su objetivo era hacer de la zona un nuevo e importante centro de asentamiento judío, de comercio y de aprendizaje, un hogar para un pueblo en fuga.

Con la ayuda del sultán, comenzó a reconstruir pueblos abandonados del área lanzándose a una misión, quizás uno de los primeros intentos de restablecimiento de una patria segura para el pueblo judío. “La Señora” fue un ejemplo de coraje y dedicación a la causa del pueblo judío, que nunca abandonó, fue una mujer reactiva, fuerte e influyente, fue capaz de hacer frente a los acontecimientos del tiempo que le tocó vivir, fue protagonista de su época, podríamos decir que fue casi una precursora de la emancipación femenina. Cuando murió en 1569, a la edad de 59 años, su fallecimiento causó una inmensa tristeza en las comunidades judías de Europa y del Imperio Otomano.

Bibliografía:
BERMEJO F., “La diáspora sefardí en Italia a raíz de la expulsión de España en 1492 de los judíos”, Antifara, 1, (julio – diciembre 2002), sezione Addenda.
CAFFIERO M., “Storia degli ebrei nell’Italia moderna. Dal Rinascimento alla Restaurazione”, Roma: Carocci, 2014.
FERRI E., “L’ebrea errante. Donna Grazia Nasi dalla Spagna dell’Inquisizione alla Terra promessa”, Milano: Mondadori, 2000.
MUZZARELI M., G., “Beatrice de Luna, vedova Mendes, alias donna Gracia Nasi: un’ebrea influente (1510-1569 ca)”, in NICCOLI O.,  (a cura di), “Rinascimento al femminile”, Roma–Bari: Laterza, 1991.
PERÉZ J., “Historia de una tragedia. La expulsión de los judíos de España”, Barcelona: Crítica, 1993.
ROTH C., “Storia dei marrani”, Torino: Marietti, 2003.
ROTH C., “The House of Nasi: Dona Gracia”, Philadelphia: Jewish Publications Society, 1947.


Fuente: http://www.temporamagazine.com



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