-Parte 4- DOÑA GRACIA MENDES y EL BOICOT AL PUERTO DE ANCONA (en el 1555) por Rab Yosef Bittón

Algo excepcional y sin precedentes, que incluyó la intervención de Doña Gracia Mendes-Nasí, ocurrió en la ciudad de Ancona, un importante puerto comercial en la costa este de Italia. Esta ciudad fue declarada un “estado papal” en 1429. Los Papas (Clemente III, Pablo III y otros) intentaron desarrollar Ancona como un centro de comercio internacional. Y para lograr este objetivo, los papas les concedieron a los judíos de la ciudad permiso para abrir bancos y ofrecer crédito. Debido a esta actitud pro-judía, muchos judíos anusim (=judíos convertidos por la fuerza al cristianismo) provenientes de Portugal y España comenzaron un establecerse en Ancona, que gracias a su ubicación geográfica privilegiada pasó a ser una base ideal para el comercio marítimo con el Imperio Otomano.

El 21 de febrero de 1547 el papa invito a “cualquier persona… de los reinos de Portugal… incluyendo cristianos nuevos [=anusim. YB] a establecerse en Ancona”.

En 1550, la población judía de Ancona contaba con unas 2700 personas. En ese año se construyó allí una de las Sinagogas más grandes de Italia (ver foto).

Pero todo cambió en 1555 cuando un nuevo papa, Gian Pietro Carafa (Pablo IV), asumió en el Vaticano. Este papa, conocido por su indisimulada inclinación antisemita, a diferencia de los papas que le precedieron, se volvió contra la población judía de Ancona. Los judíos fueron humillados, privados de sus privilegios comerciales y encerrados en un gueto. El nuevo papa también restableció la inquisición en Ancona y comenzó a perseguir a los anusim. Cerca de 100 judíos anusim fueron encarcelados por la inquisición y amenazados con ser ejecutados en la hoguera o ser vendidos como esclavos si no renunciaban a su fe. Algunos, como lo hicieron en el pasado, eligieron una conversión forzada para salvar sus vidas. Los que no aceptaron la conversion  fueron vendidos en el mercado de esclavos de Malta.  24 anusim, que habían comenzado a vivir  abiertamente como judíos, se negaron rotundamente a una conversión (incluso ficticia) y fueron condenados a ser quemados en los autos de fe de la inquisición.

La noticia de la ejecución de estos anusim llegó a oídos de Doña Gracia Mendes en Constantinopla. El 9 de marzo de 1556, a instancias de Doña Gracia el Sultán Suleiman el magnífico le escribió al papa y exigió la liberación de los hombres encarcelados, a quienes llamó sus súbditos. El Sultán también solicitó la liberación de sus bienes confiscados.

Como esto no resultó, Doña Gracia convocó a todos los líderes judíos y planeó una respuesta que no tuvo precedentes en la historia del pueblo judío: un boicot económico contra la ciudad de Ancona.

Muy respetuosa de las autoridades rabínicas, Doña Gracia también buscó el apoyo Halájico  para su plan e instruyó al Rabino Yehudá  Faraj para explicar la situación a los principales rabinos de Constantinopla: Ribbí Yosef ibn Lev, Ribbí Abraham Yerushalmi, Ribbí Solomon Bilia y Ribbí Abraham Saba, y conto con su apoyo para establecer el boicot y hablar sus correligionarios para que lo sigan.

Doña Gracia utilizó su influencia y poder para declarar un boicot al puerto de Ancona.  Ningún barco de su empresa o de empresas que negociaban con su empresa podía embarcar o desembarcar en Ancona. El puerto a utilizar seria de ahora en más Pesaro, o el ya famoso puerto de Venecia.

Hay que recordar que Doña Gracia Mendes era la cabeza de la familia más acaudalada del imperio Otomano y una de las familias mas influyentes de Europa. Y su especialidad era el comercio marítimo.

El puerto de Ancona permaneció cerrado y abandonado por un tiempo considerable y tuvo un gran efecto en el comercio de Ancona, como se ve en un documento del Consejo de la ciudad de Ancona dirigido al papa y en el cual le piden al papa interrumpir los procedimientos inquisitoriales en Ancona porque estaban antagonizando a los comerciantes orientales y afectando negativamente al comercio de la ciudad.

Aunque este no fue el primer boicot económico del comercio moderno temprano, fue el primero organizado por los judíos.

Nunca antes, hasta los días de Doña Gracia Mendes, habían tendido los Yehudim el poder para  defendernos, reaccionar y castigar los abusos de la iglesia y la inquisición. Doña Gracia Mendes, una vez más, demostró su coraje, su liderazgo y su pasión para defender a sus hermanos Yehudim.


Nota :
La historia de estos 24 Yehudim, que fueron ejecutados al QUIDDUSH HASHEM por su negativa a convertirse al cristianismo está registrada en los archivos papales y también se encuentra en el libro “Shalshelet HaQabalá”  (p. 276-278) de rabbenu Gedalia Ibn Yajia (1526-1588). Ver libro aquí

Estos son sus nombres:

1) Simeon Ben Menachem
2) Yoseph Guascon
3) Samuel Guascon                                       
4) Abraham Falcon
5) Isac Nahmias                                                              
6) Salomon Alguadish
7) Moses Paggi                                               
8) Salomon Pinto
9) Yoseph Moljo                                              
10) Abraham Cerilia
11) David Nahas                                             
12) Abraham di Spagna
13) Moses Barzilon                                        
14) David Reubén
15) Salomon Iahia                                          
16) David Sadicairo
17) Yoseph Verdai                                          
18) Yoseph Pappo
19) Yacob Cohen                                             
20)  Yacob Montalban
21) Abraham Lobo                                         
22) Yacob Mozzo
23) Abraham Cohen                                      
24) Y una mujer, cuyo nombre se desconoce.

זצוקל

La ejecución de estos Yehudim en 1555 sacudió a las comunidades judías de Europa e inspiró elegías (quinot) que hasta el día de hoy se recitan en comunidades de Italia en Tish’á beAb.

Fuente: http://halaja.org

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-Parte 5- DOÑA GRACIA MENDES y UN ESTADO JUDIO EN TIBERIAS (1558-1564) por Rab Yosef Bittón

Luego de haber salvado y ayudado a miles de sus hermanos judíos, Doña Gracia Mendes Nasí (1510-1569) se dedicó a cumplir con un sueño que podría considerarse mesiánico: establecer un “estado judío independiente” en la tierra de Israel.   Recordemos que estamos ahora en Constantinopla, donde Doña Gracia y su sobrino Don Yosef Nasí (1524-1579) que seguía los pasos de Doña Gracia, eran, después del Sultán, la familia más influyente en el Imperio Otomano.  Este Imperio se extendía por todo el medio oriente, incluyendo la tierra de Israel.  Como todos sabemos, siempre vivieron Yehudim en Israel. Y en esos años (1530-1550) se estaba desarrollando un importante centro Rabínico en Tsefat (Safed, en el norte de Israel) liderado por el Rab Yosef Caro, que luego se transformaría también en un centro de estudio de Qabbalá.  En 1560 la población judía de Tsefat contaba con 1.000 familias. Los habitantes de Tsefat eran en su mayoría refugiados Sefaradim que luego de muy peligrosas travesías habían logrado llegar a Israel (esto lo cuento con más detalle en mi libro “Forgotten Giants”, en inglés).      

En Yerushalayim también había judíos, pero estaban en una situación muy miserable.  Jerusalem era una ciudad por la cual se peleaban constantemente  Cristianos y Musulmanes. Los Yehudim eran odiados por ambos.  Voy a copiar literalmente (y sin eufemismos)  un documento que nos dará una idea de la situación de los Yehudim de Yerushalayim en esa época.  Este texto es de un cura franciscano llamado Francesco Suriano: “Estos perros, los judíos, son pisoteados, golpeados y torturados, como lo merecen. Viven en esta tierra en condiciones de tal humillación que las palabras no pueden describir.   Y particularmente en Jerusalem… donde hasta los musulmanes los tratan peor que a los perros”.

La ciudad de Tsefat estaba en el municipio de la ciudad de Tiberias, pero la ciudad de Tiberias en sí estaba prácticamente en ruinas.. Los Cristianos no la  pretendían y los musulmanes no tenían ninguna pretensión por ella.  Tiberias era una ciudad fantasma, donde reinaba el caos, y en total estado de abandono.

Doña Gracia tuvo entonces una maravillosa idea: le ofreció al Sultán desarrollar la ciudad de Tiberias y producir impuestos para el tesoro del real.  En 1558 el Sultán le concedió a Doña Gracia la concesión de la ciudad de Tiberias.  Doña Gracia podría reconstruir la ciudad y desarrollarla comercialmente, pero debía garantizar un ingreso anual de 1.000 lingotes de oro para el Sultán.  Doña Gracia aceptó.  El cargo que ella tendría era el equivalente a ser la gobernadora de la ciudad y gozaría de total independencia (mientras la recaudación de impuestos  se mantuviera).  El proyecto de Doña Gracia, que contaba con el beneplácito del Sultán,  era que una vez construida la ciudad, todos los judíos del mundo tendrían un lugar donde podrían establecerse y vivir en paz y seguridad. En especial quienes más urgente lo necesitaban: los anusim, los refugiados Sefaradim de España y Portugal, que vivían escapando de lugar a lugar por Europa, practicando una religión que les había sido impuesta por la fuerza.   Esto sería la realización del gran sueño de Doña Gracia: luego de haber salvado a miles de  Yehudim del cautiverio, cerrar el y círculo y brindarle ahora a su pueblo la oportunidad de vivir libres y seguros nada menos que EN LA TIERRA DE ISRAEL!

En 1561, Don Yosef Nasí (que luego sería asignado como “el Señor de Tiberias”) y el Rab Yosef Ben Aderet comenzaron la construcción de  las murallas de la ciudad, algo esencial para que Tiberias pudiera sostenerse.

También, entre los dos comenzaron a embellecer la ciudad y desarrollarla comercialmente. Tal como 500 años más tarde lo hiciera el Keren Kayemet leIsrael, lo primero que hicieron fue plantar árboles: naranjos, pinos y especialmente árboles de moras.  Estos últimos árboles son esenciales para la cría del gusano de seda, una industria muy rentable que se desarrollaría en Tiberias. También introdujeron la apicultura (cría de abejas para producir miel).

En Diciembre de 1564 las murallas de protección de la ciudad, que existen hasta el día de hoy,  fueron finalmente terminadas. 

Don Yosef Nasí invitó a los más importantes comerciantes judíos de Europa, especialmente de Venecia, a transferir sus fabricas a Tiberias.  Don Yosef también mandó barcos a varias ciudades europeas donde habían Yehudimanusim para trasladarlos gratuitamente a Tiberias.  Cuentan que muchos Yehudim, los de Ancona, por ejemplo,  eran tan pobres que no tenían dinero para llegar hasta el puerto. Don Yosef Nasí envió emisarios de su parte para ubicar a estos Yehudim y ayudarlos a llegar al puerto y hacer Aliyá. 

Los judíos comenzaron a llegar de España y de Portugal a la tierra prometida, que ahora era un paraíso terrenal, donde el viento del atardecer perfumaba la ciudad con aroma de pinos y naranjos.

Doña Gracia fundó también una Sinagoga y un Bet haMidrash, una casa de estudios de Torá liderada por el Rab Elazar ben Yojai, de la ciudad de Tsefat.


Y lo más impactante era una gran casa que se estaba construyendo en la ciudad: una hermosa mansión que sería la nueva y definitiva residencia donde viviría Doña Gracia Mendes…



Fuente: http://halaja.org



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-Parte 6- LOS ULTIMOS AÑOS DE LA VIDA DE DOÑA GRACIA MENDES (1564-1569) por Rab Yosef Bittón

Ayer explicamos que en 1558 Doña Gracia Mendes le ofreció al Sultán turco Suleimán el Magnifico reconstruir la ciudad de Tiberias, ésta estaba prácticamente en ruinas. Los cristianos no vivían allá ni la pretendían y los musulmanes no tenían ninguna pretensión por ella. Más allá de la presencia ocasional de cierto nómadas beduinos,  Tiberias era una ciudad fantasma, en total estado de abandono donde reinaba el caos y el vandalismo.

Doña Gracia,  su sobrino Yosef Nasí y el Rab Yosef ben Adrete, comenzaron a revitalizar la ciudad, embellecerla, desarrollar industrias y traer inversores, para hacer de Tiberias una ciudad autónoma donde pudieran establecerse los judíos dispersos por el mundo entero.

Sin embargo, en 1564, cuando se erigió el muro y los Yehudim comenzaron a regresar a Israel, de pronto, la cuidad de Tiberias, que a nadie le había interesado, comenzó a ser reclamada por Cristianos y Musulmanes.

Según explica André Aelion Brooks en su libro sobre Doña Gracia Mendes “La Mujer que desafió a los Reyes” (inglés. ver aquí) el problema no era que los musulmanes y cristianos de pronto se enamoraron de Tiberias. El problema era que “los judíos” la estaban reconstruyendo y planeando tener allí una ciudad independiente. Tal como sucede hoy en día con Medinat Israel, el problema de los vecinos de Israel no es politico sino religioso. Ambas religiones se consideran los herederos de un pueblo judío que ya debería haber desaparecido….  Un jeque musulmán comenzó a correr la voz que había encontrado una antigua profecía donde se afirmaba que si los judíos reconstruían Tiberias “la fe musulmana  desaparecerá y nosotros, los musulmanes, nos convertiremos en nómadas (como los judíos son ahora! YB)” . Y a pesar de que el Sultán Suleimán el magnifico, que era un gran defensor de la fe musulmana, había dado su bendición  para el establecimiento  de los judíos a Tiberias, estos maliciosos rumores fueron suficientes para inflamar los ánimos de la población musulmana local y las cosas comenzaron a tornarse mas difíciles para los judíos que llegaban allí.

El mundo cristiano veía con mucho menos beneplácito que los judíos planearan establecer una ciudad estado independiente, y mucho menos en la “Tierra Santa”.  Para el cristianismo, que no logró explicar teológicamente la obstinada supervivencia del pueblo judío a pesar de haber hecho todo lo posible por evitarla, el exilio del pueblo judío, y su condición de judío paria y errante, era el castigo divino eterno por el crimen del deicidio (matar a un dios. sic!)  cometido por los judíos en los tiempos de Yeshu. Por lo tanto, el regreso de los judíos a Israel y el establecimiento de su propio estado representaría una pesadilla teológica que haría temblar el dogma fundamental del cristianismo: la teoría del reemplazo  (ver aquí ).  Por eso, en 1563, cuando el consul francés de Constantinopla se enteró del plan para restablecer un estado judío, le escribió muy alarmado a sus superiores diciendo (falsamente) que Tiberias se establecería como una ciudad “exclusiva” para judíos. Este argumento era maliciosamente falso, y aparte increíblemente cínico, ya que en la edad media los judíos que no se convertían fueron expulsados de todos los países de Europa porque “solo a los cristianos de les permitía vivir allí.”   Copio a continuación lo que escribe Andrée Aelion acerca de la reacción de los representantes de la cristiandad cuando escucharon acerca del plan de Doña gracia y Don Yosef Nasí: “La idea de que los judíos se pudieran reagrupar como nación independiente, aunque sea en forma embrionaria, resultaba horrible para el mundo cristiano”.

A pesar de que el Sultán Suleiman siguió apoyando este proyecto, la colonia judía en Tiberias no prosperó  en el largo plazo. en 1565 Suleimán tenía demasiados problemas relacionados a su sucesión y finalmente en 1566 falleció en una expedición militar a Hungría.    Sin el apoyo de Suleimán y con la batalla de la sucesión en pleno, el proyecto de Tiberias se debilitó políticamente.  Y la acefalía política en Constantinopla se reflejó rápidamente en Tiberias, donde a pesar de las murallas, el vandalismo de las tribus beduinas y árabes locales era cada vez mas violento.

Doña Gracia como explicamos ayer, había comenzado a construir su casa en Tiberias, pero nunca llegó a Erets Israel.  Quizás porque estaba enferma o quizás porque pensaba que desde Constantinopla podia ejercer una mayor influencia para seguir manteniendo y reforzando la incipiente colonia judía en Tiberias.

En 1569 Doña Gracia Mendes, ahora llamada con su apellido judío original: “Nasí”, dejó este mundo.
Creo que es una  gran injusticia que el nombre, la vida y la obra de esta increíble ESHET JAIL sea tan poco conocida.  Conocer su historia, en mi opinión, no es solo importante para honrar su memoria sino principalmente para aprender de esta mujer virtuosa a poner todo nuestro esfuerzo y usar  todos nuestros medios y recursos para ayudar a Am Israel de la mejor forma posible.


 YEHI ZIJRAH BARUJ   Que su memoria nos sirva de modelo e inspiración!


Fuente: http://halaja.org


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LOS PRIMEROS SEFARDITAS MASONES

En Inglaterra, el rey Eduardo I decretó la expulsión de los judíos en 1290 (algo más de doscientos años antes de que los Reyes Católicos lo hicieran en España). Sin embargo, cierto número de judíos se introdujo en aquel país clandestinamente durante los siglos subsiguientes. Eran, en su mayoría, de origen ibérico (sefardíes) y se hacían pasar por conversos, aunque continuaban practicando privadamente la religión de sus mayores. Se trataba de “marranos” (nombre que recibieron en Castilla por “marrar” en la fe cristiana). Sus contactos comerciales con el exterior y su dedicación a la medicina y otras ciencias (ya que no se les permitía ejercer oficios, ni ingresar en el ejército) favorecían los intereses de la corona británica y ello les valió una tolerancia de hecho que solo consiguieron oficializar bajo el reinado de Carlos II Estuardo, en 1664.

Así pues, la inmensa mayoría de los judíos británicos, hasta el siglo XVIII, eran de origen español y portugués. Tras fundarse la londinense Orden Francmasónica, en 1717, cuyo objetivo fundamental era constituirse en “centro de unión de todos los hombres libres y de buenas costumbres”, por encima de las diferencias raciales, religiosas o ideológicas que siempre los han distanciado o enfrentado, algunos ciudadanos judíos comenzaron a interesarse vivamente por aquella oportunidad de integración social no discriminatoria y sin precedentes, postulada por un puñado de idealistas de formación esencialmente cristiana.

Aunque anterior a la existencia de la primera Gran Logia inglesa, el rabino Yejuda Yacob León (1603-1675) merece ser mencionado por haber aportado unos nuevos diseños del Templo de Salomón que merecieron gran atención en Amsterdam y en Londres. Hasta el punto de pasar a ser conocido como “León Templo”. Mucho más tarde, la Gran Logia de los “Antiguos” (creada en 1751) adoptaría uno de aquellos diseños incluyéndolo en su escudo heráldico, perdurando tal símbolo también en el escudo de la posterior Gran Logia Unida de Inglaterra (la de 1813).

Al parecer, el primer masón judío inglés conocido fue el sefardí Francisco Francia (“el Jacobita”). En 1725 figuran ya en la Gran Logia de Inglaterra: Israel Segalas y Nicolás Abrahams y en la segunda edición del Libro de las Constituciones, publicada por James Anderson en 1738, se menciona a Salomón Méndez, Benjamín da Costa, Isaac Barett y Moisés Méndez, todos ellos sefarditas. En la Gran Logia de los “Antiguos”, figuraron David Lyon o León, Moisés Isaac Levi (llamado Ximénez) y John Paiba. Sin olvidar a los dos sefarditas británicos masones juzgados por la Inquisición portuguesa por tener tal filiación y no por judaizantes: John Coustos e Hipólito da Costa Pereira-Hurtado de Mendoza. El primero lo fue en 1740 y el segundo (que luego fue Gran Maestre Provincial de Rutland), en 1810.

Otros Hurtado de Mendoza británicos, originarios de Livorno (el más importante centro sefardita italiano de aquella época), fueron los luego apellidados Disraeli (Isaac y Benjamín, padre e hijo convertidos al cristianismo, aunque no masones, alcanzaron conocida notoriedad literaria y política).
También sefarditas, llegados a Holanda durante los siglos XVI y XVII procedentes de España y de Livorno, pasaron luego a las colonias americanas, donde, al surgir la Francmasonería en el siglo XVIII, algunos fueron iniciados en las logias creadas en Georgia (como fue el caso del primer judío masón norteamericano conocido: Moisés Nunis o Núñez, en 1732). En Massachusets (con la familia de Abraham Campanal), en Rhode Island y en Carolina del Norte y del Sur, quedó registrada la presencia de diversos judíos sefarditas. El sefardita antillano Emmanuel de la Mota participó, junto a otros masones europeos y norteamericanos, en la creación del primer Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, en 1801/1802.

Fuente: fenixnews.com


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LOS MASONES SEFARDITAS A COMIENZOS DEL SIGLO XX

Una de las varias razones por las que puede explicarse la implantación de la masonería española en lugares como Casablanca, Tánger, Salónica (Turquía europea) o Constantinopla es la existencia de importantes comunidades sefardíes en esas ciudades. Los masones sefardíes tienen propensión natural a afiliarse a logias españolas, en las que se practica el ritual en su lengua. Vemos que en la composición de la mayoría de las logias de Salónica, Tánger y Casablanca, entre otras, predominan los hebreos. Mención especial merece el caso de Salónica (hoy Grecia) con 110.000 habitantes en 1907, 70.000 de los cuales eran sefardíes. Desde primeros de siglo el G.O. Español recibió de los masones hebreos de esa ciudad solicitudes de afiliación y de creación de talleres. La logia Perseverancia, así como la Fazilette, la Constitución y la Immanuel estaban formadas casi exclusivamente por hebreos.

En muchos casos, los deseos de estrechar relaciones con España u otras razones, tanto personales como políticas, llevó a un número importante de masones sefardíes a solicitar los buenos oficios del Gran Oriente Español en Madrid con el fin de conseguir la nacionalidad española.

En Marruecos las comunidades hebreas también cuentan con numerosos masones afiliados a logias del G.O Español y hay logias que llevan nombres como la Hispano-Hebrea, en Tánger. Aquí, como en Casablanca, en las logias españolas son gran mayoría los sefardís. En Marruecos, como en Turquía, esos hermanos piden al G.O. Español que gestione en Madrid la obtención de nacionalidad para muchos de ellos, ya que para la comunidad judía ser español constituye una forma de protección de la que tienen especial necesidad quienes, como ellos, están normalmente amenazados por las arbitrariedades del que califican como «mal llamado gobierno marroquí».

Extractado de: Pedro Sánchez Ferré, "Masonería y Colonialismo", en La Masonería Española (1728-1939). Exposición, Alicante-Valencia, 1989, pp. 81-90.

Fuente:
http://mason33.com/masoneria/historia/museo-virtual-de-historia-de-la-masoneria/dpto-hdi/museovirtualhistoriamasoneria/5historia_masoneria_espana/m%20y%20sefardies%20s%20XX.htm


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LA MASONERIA EN EL MUNDO SEFARDI (Por María José Arévalo Gutierrez - Gentileza de Haim Hillel, Haif)

“La búsqueda de la verdad y de la belleza es una esfera de actividad en la cual se permite que sigamos siendo niños toda la vida”. Albert Einstein

La vasta mayoría de los judíos británicos, eran de origen español y portugués. Tras instituirse la londinense Orden Francmasónica, en 1717, cuyo propósito primordial era la organización en un “centro de unión de todos los hombres libres y de buenas costumbres”, por encima de diferenciaciones raciales, religiosas o ideológicas que siempre los habían alejado o enfrentado, algunos judíos iniciaron un acentuado interés por aquella oportunidad brindada de integración social no discriminatoria y sin precedentes, postulada por idealistas de formación cristiana.

El Rabino Yejuda Yacob León (1603-1675) aportó antes de la  formación de dicha Logia, unos nuevos diseños del Templo de Salomón que merecieron gran atención, hasta el punto de pasar a ser conocido como “Lion Temple”. La Gran Logia de los “Antiguos” creada en 1751, abrazo uno de aquellos diseños importándolo en su escudo heráldico, permaneciendo tal símbolo también en el escudo de la posterior Gran Logia Unida de Inglaterra. Poco después de su fundación, se le encargó al pastor protestante James Anderson que recopilara los antiguos manuscritos de las cofradías masónicas medievales para redactar los principios según los cuales se regirían los masones en el futuro. Así se gestó el  conocido Libro de Constituciones de la masonería inglesa, publicado en 1723, piedra fundamental de la masonería mundial.

Existe la hipótesis, que el primer masón judío inglés conocido fue el sefardí Francisco Francia (el Jacobita). La universalidad de la Masonería atraía a muchos judíos, que la consideraban una vía para ser aceptados en la sociedad inglesa, que en aquel tiempo todavía imponía restricciones al ingreso de nocristianos en diversos círculos. También se sentían atraídos por la Masonería hombres que profesaban otras religiones como por ejemplo los musulmanes  que ingresaron entusiastamente a  las logias en Egipto, donde la Orden prosperó y atrajo los más altos círculos de la sociedad egipcia.

El primer ceremonial masónico reconocido en Tierra Santa fue la reunión organizada por Robert Morris. Este norteamericano  había venido al Medio Oriente  para buscar reliquias masónicas de la antigüedad. El 13 de mayo de 1868 condujo a su grupo a la caverna de Sedecías  constituyendo una Logia Provisoria, llamada Reclamation Lodge, simbolizando así que la Masonería recuperaba su presencia en su lugar de origen. Del mismo modo estableció la primera Logia en Palestina.

En España, entre el comienzo de la Guerra Civil y el final de la Segunda Guerra Mundial los judíos y los masones fueron exhibidos por la propaganda franquista como dos fuerzas incondicionalmente enlazadas que se confabulaban sin tregua contra España, responsabilizándoles de todos los males que sufría el país. También se ha demostrado que el enemigo judeo – masónico se revelaba esencialmente rentable como “enemigo  de reemplazo” en los casos en que la propaganda anticomunista podía ser contraproducente. Los argumentos antisemitas iban asociados la mayoría de las veces de argumentos antimasónicos, aunque sea más fácil hallar invectivas antimasónicas que no aludan a los judíos.

A nivel legislativo y ejecutivo con respecto a la masonería, Domínguez Arribas recoge en su obra[1] : “En general, el hecho de ser masón no constituyó el principal motivo de persecución, sino una condición agravante” (pág. 158). Por lo que afecta al acoso al judío la circunstancia fue distinta. Al ser considerados en su conjunto partidarios de los “rojos”—como lo atestigua, por ejemplo, la notable presencia de judíos en la Brigadas Internacionales—, el castigo venía motivado más por causas políticas que religiosas o raciales.

La idea de una alianza conspirativa entre judíos y masones germinó por primera vez en la Francia de principios del siglo XIX, aunque existen precedentes en el siglo XVIII. Desde las filas católicas, los enemigos seculares de la cristiandad eran los judíos que además presentaban ahora una nueva amenaza contra la Iglesia, la masonería. Ese mito judeo – masónico se difundió en la Europa católica sobre todo a finales del siglo XIX, en la época de la “cuestión romana”. Los masones sefardíes tenían una propensión natural a afiliarse a Logias españolas, en las que se practica el ritual en su lengua.

Los emblemas y enseñanzas de las Logias, muestras que la Kabbalah es la doctrina, el alma, la base y la fuerza oculta de la masonería. El judío converso José Lehmann, sacerdote católico, escribió lo siguiente: “El origen de la francmasonería debe atribuirse al judaísmo; no ciertamente al judaísmo en pleno, pero por lo menos a un judaísmo pervertido”. El rabino Isaac Wise expresaba en 1855: “La masonería es una institución judía, cuya historia, grados, cargos, señales y explicaciones son de carácter judío desde el principio hasta el fin”. El arzobispo de Port Luis en Madagascar, argumenta con varias hipótesis que “la kabbalah judía es la base filosófica y la clave de la masonería”. Teodoro Herzl, fundador del sionismo narraba en 1897: “Las Logias masónicas establecidas en todo el mundo se prestaran a ayudarnos en lograr nuestra independencia. […] los masones no judíos no comprenderán jamás el objeto final de la masonería”.

Desde principios del siglo XVIII algunas Logias se establecieron  tanto en Francia como en España. El llamado Rito Escocés (Ecossais) fue traído al Nuevo Mundo de Francia a las Indias Occidentales por Esteban Morin y luego gradualmente se distribuyó en Latinoamérica. Se puede decir, que los antecedentes de la masonería en México se encuentran en unas sociedades afines a la masonería llamada “Sociedades de pensamiento”, que se fundaron a fines del siglo XVIII tanto en España como en algunas de las colonias de ultramar y a las que pertenecieron varios mexicanos que después se afiliaron a la Masonería. La primera evidencia documental existente sobre la Masonería en México, es la de fecha 24 de junio de 1791, quedando esta Logia establecida por un número de franceses residentes recién llegados de Europa.

La primera Logia en Salónica se estableció en 1904 por los líderes judíos de dicha ciudad bajo el patrocinio del Gran Oriente de Francia. En cuatro años, un puñado de hombres griegos, armenios y musulmanes se sumaron a ella, aunque fueron los judíos los que continuaron liderando esta Logia numéricamente. Las Logias masónicas eran conocidas por los inmigrantes sefardíes orientales. La persecución histórica de los grupos masónicos llevadas a cabo por la iglesia católica y los gobiernos, así como la oposición a las enseñanzas de la iglesia masónica, puede haber facilitado las cálidas relaciones entre los gentiles hermanos hispanos y sefardíes.

La mayor parte de los fundadores y primeros miembros de las Logias fueron los refugiados de Cuba que habían luchado en contra de lo que veían como el dominio despótico español. Pero el vínculo más importante que les unía era el idioma. Sin el conocimiento del ladino, los miembros orientales sefardí no podían permanecer en estas Logias hispanohablantes. En relación con los judíos sefardí procedente del este, el director de una de las Logias, Manuel Creso expreso que “debido a que sus antepasados fundaron en siglo XI extensas colonias en el interior de España, o contrajeron matrimonio con mujeres nativas, podrían considerarse a estos como nuestros hermanos de sangre, que están orgullosos de ser llamados españoles y nosotros nos sentimos satisfechos de llamarles hermanos”.

Pero la masonería iba más allá de la confraternidad en las Logias. Una gran parte de la tradición masónica, sobre todo la referente a las costumbres sociales fuera de la Logia, como es el caso de la comida, se ha perdido por ser de transmisión oral, dejándose de practicar para caer en el abandono y olvido. Esta relajación de costumbres, es decir, olvidar los principios elementales de los alimentos y consumirlos sin mayor fin que el de la gula, ha llevado a comunidades enteras a verdaderas calamidades, desde el famoso mal de rosa o pelagra, que causó miles de muertes en Galicia por el consumo masivo de maíz casi como único vegetal, hasta el problema actual que está sufriendo la sociedad con la obesidad.

Pero el ser masón no es algo que desaparezca con la muerte. Tenemos el ejemplo del Cementerio Judío de Coro, que es calificado como el cementerio judío en continuo uso más antiguo de América. Su origen se puede ubicar en el siglo XIX, cuando la comunidad judía sefardí de la isla holandesa de Curaçao empezó a emigrar hacia la ciudad venezolana de Santa Ana de Coro en el año 1824. El cementerio se comenzó a construir en el año 1832 por el señor Joseph Curiel y su esposa Debora Levy Maduro, los cuales habían comprado un lote de tierra. Fue  declarado patrimonio cultural del municipio Miranda el 5 diciembre de 2003 y monumento histórico regional el 20 de julio de 2004. Sobre su fundación existen dos versiones: la primera de ellas (oral y escrita) señala que al morir la hija de Joseph Curiel y Debora Levy Maduro, Curiel buscó en las afueras de la ciudad un lugar apropiado para enterrarla; la  segunda, eminentemente oral, establece que una viuda judía, al no poder enterrar a su esposo en el cementerio de la  iglesia San Nicolás, compró un terreno y durante muchos meses pagó a un celador para evitar el saqueo de la tumba.

En los actuales momentos, el cementerio judío, que aún se encuentra activo, alberga ciento ochenta y dos túmulos, de los cuales dieciséis presentan símbolos de origen masónico: el reloj de arena, el uroboro, las flores, las garras de león y el pavimento ajedrezado. Sin embargo es interesante señalar que los cuatro primeros símbolos se encuentran en  una  sola  tumba,  la  de  Abraham  de  Meza Myerston, la  cual se erige como columna conmemorativa.

Del mismo modo ocurre en muchos otros camposantos del mundo, como es el caso del cementerio de Guadalajara (México), donde con una revisión superficial de las lapidas se puede denotar la existencia de símbolos masónicos no solo como indicio de la pertenencia a la fraternidad sino de la importancia atribuida a esta.

A este tenor, existen estos testimonios de la masonería por innumerables lugares de la geografía española, sean en la fachada de una casa, cornisas, balcones, dinteles de puertas de entrada, vidrieras, plantas de iglesias extrañamente poligonales flanqueadas por dos columnas, sillas de coro, pulpitos, etc. Es solo cuestión de prestar atención, para descubrir estos detalles que muchas veces pasan desapercibidos.

[1]  El enemigo judeo – masónico en la propaganda franquista (1936 – 1945)

Fuente: http://www.thegoatblog.com.br/cadenafraternal/


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